La obra onírica y neogótica de David Altmejd se estrena en París

  • María Luisa Gaspar.

María Luisa Gaspar.

París, 9 oct.- La obra onírica y exultante de David Altmejd, considerado como uno de los mejores artistas del siglo XXI, se muestra a partir de hoy en el Museo de Arte Moderno de París (MAM), en la primera retrospectiva que se le dedica en Francia, "Flux".

La muestra reúne medio centenar de obras suyas desde 2003 hasta "The Flux and The Puddle" (El flujo y el charco), una pieza que no solo bautiza la exposición sino que fue creada pensando en ella, explicó a Efe Altmejd (Montreal, 1974).

Enorme y volumétrica, "The Flux and The Puddle", una composición transparente que llenó en Nueva York el taller donde fue construida, reina ahora en una de las grandes salas del MAM y es en sí todo un compendio de su trabajo.

Influido por cineastas como Cronenberg y Lynch, inspirado por El Bosco porque "todo bulle" en él, el artista introdujo en esta obra monumental su pasión por la biología y el cuerpo humano, la energía, el reflejo, las cadenas y "las fuentes creadoras" -para él, la transformación y la descomposición-, o las bobinas de hilos.

En el sinfín de estratos y superficies horizontales y verticales contenidos -"que no encerrados"- dentro del gigantesco rectángulo transparente, brillan figuras más o menos descompuestas, decapitadas o descuartizadas, frutas, insectos, líquidos y elementos geométricos cosidos entre el plexiglás y sus habitantes.

Se dan cita gigantes y hombres lobo multicolores de sus distintas épocas; blancos y alados "Watchers"; "Bodybuilders", también blancos y numerados "sin título"; o figuras negras suspendidas del techo procedentes de la serie "Relatives".

Cabe igualmente el recuerdo de sus construcciones geométricas de principios de siglo, como "The University 1" (2004), un monumento presente en la primera parte de la exhibición, abierta con el pequeño y misterioso busto de "Sarah Altmejd" (2003), autorretrato y a la vez retrato de su hermana, una obra fundadora de la trayectoria de un artista..

La creación de aquel busto de un infinito agujero negro en lo que debería ser un rostro rosado, adornado con bellas incrustaciones minerales bajo su peluca, "fue algo personal", recordó este artista, que hace más de diez años interesa a grandes coleccionistas y galeristas, capaz de crear obras macabras y joviales a la vez.

"Estaba solo en mi habitación, no tenía taller, ni material, ni dinero. Trabajaba en el suelo, pero no tenía ganas de ser víctima de esa situación de postestudiante, cuando me dije que era capaz de hacer un objeto superpoderoso y comencé a trabajar sobre Sarah", contó.

Llegaron luego gigantes y hombres lobo, tan grandes que Altmejd olvidaba que representaban cuerpos, y su fantasía se desbocaba.

Las primeras (obras) eran muy abstractas. Empezaba "a partir de cero, como una sopa original"; luego cristalizaron formas y elementos cada vez más reconocibles, como hormigas, abejas y cuerpos integrados, hasta que al final "se construía un ecosistema y se recreaba un mundo".

Altmejd insiste en que no hay nada "verdaderamente encerrado" en "The Flux and The Puddle", porque se construyó desde el interior", y la caja de plexiglás "no es un continente", sino que le sirve "de estructura transparente invisible para permitir situar cosas y dar la impresión de que flotan en el espacio".

Es como si la caja no existiese, continúa en el exterior, añade el artista, antes de mostrar cómo algunos hilos y diferentes elementos atraviesan la pared transparente del lado del espectador y señalar con orgullo un pequeño charco de resina procedente de un agujero interior, que en efecto invade el espacio "real".

Preguntado por la etiqueta de Picasso del siglo XXI, que algunos críticos ya le han dado, el exestudiante de la Universidad neoyorquina de Columbia, donde en 2001 completó su formación canadiense, contesta entre risas que no sabe "lo que quiere decir".

Subraya, en cambio, su entusiasmo por estar ahora en París y por la cultura francesa, que es también suya, al haber nacido en Québec, por lo que celebra que la exposición vaya a viajar en 2015 a Montreal -la urbe más poblada de Québec-, una ciudad que le "encanta".

"Nueva York no me inspira, pero es ideal para trabajar, porque todo el mundo está allí siempre muy concentrado", mantiene.

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