La restauración de "Cristo y la mujer adúltera" confirma que es de Van Dyck

  • El Instituto de Patrimonio Cultural ha finalizado la restauración del cuadro "Cristo y la mujer adúltera", que se conservaba en el hospital madrileño de la Orden Tercera franciscana, lo que ha permitido confirmar su autoría como una obra del pintor flamenco Anton Van Dyck El Ministerio de Educación, Cultura y Deportes ha informado hoy a través de un comunicado que el análisis de los pigmentos y las radiografías realizadas han corroborado que se trata de un óleo sobre lienzo realizado hacia 1

Madrid, 9 feb.- El Instituto de Patrimonio Cultural ha finalizado la restauración del cuadro "Cristo y la mujer adúltera", que se conservaba en el hospital madrileño de la Orden Tercera franciscana, lo que ha permitido confirmar su autoría como una obra del pintor flamenco Anton Van Dyck

El Ministerio de Educación, Cultura y Deportes ha informado hoy a través de un comunicado que el análisis de los pigmentos y las radiografías realizadas han corroborado que se trata de un óleo sobre lienzo realizado hacia 1621 durante la estancia del artista en Italia.

El cuadro,añade la nota, sufría un grave craquelado y deformaciones en el soporte por lo que, desde su restauración, ha sido colocado en un nuevo bastidor con tensores regulables sin adhesivos para proteger la cara posterior del lienzo.

La restauración, realizada por el Instituto de Patrimonio Cultural de España, ha incluido la retirada de todos los repintes que presentaba la obra, así como la eliminación de una cola orgánica, aplicada en anteriores intervenciones.

"Cristo y la mujer adúltera" recoge el paisaje evangélico que narra el encuentro de Jesús en el templo de Jerusalén con un grupo de escribas y fariseos que, con la intención de cuestionar sus enseñanzas, le muestran a una mujer acusada de adulterio.

En el cuadro, se ve a Jesús con la mano derecha abierta, como si invitara a la tolerancia, en el centro de la composición, mientras la mujer, cabizbaja y con las manos atadas, escucha en silencio, flanqueada por sus acusadores.

La blancura de su piel destaca en la penumbra que domina la escena, con un equilibrio en las formas y una elegancia de gestos que ponen de manifiesto -explica la nota ministerial- "el refinado lenguaje pictórico del que siempre hizo gala Van Dyck".

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