En 1959, el eco de un terrible crimen resonó de un confín a otro de los Estados Unidos. El trágico destino de una próspera familia de Kansas, que había hecho fortuna gracias a la agricultura, mantenía al país en vilo. Eran la viva imagen del sueño americano y, además, conservadores, buena gente, sin enemigos y no se perdían ni un domingo de misa. Si les había sucedido a ellos, cualquiera podía ser la siguiente víctima de un asesinato múltiple. El pánico se apoderó de muchas familias.
También llamó la atención del avezado plumilla Truman Capote, que se desplazó a la pequeña localidad de Holcomb, Kansas, y trabajó duro para ganarse el respeto y la confianza de testigos, amigos, vecinos e incluso los autores del delito. Tras cinco años de investigación, plasmó sus averiguaciones en un libro, a medio camino entre la novela de no ficción y el reportaje novelado. Con 'A sangre fría', Capote grabó su nombre en las páginas de la historia como el fundador del Nuevo Periodismo americano.
Aquello sucedió hace cinco décadas y hasta ahora nadie lo había puesto en duda. Sin embargo, unos documentos que durante largo tiempo han permanecido olvidados en el Kansas Bureau of Investigation (uno de los escenarios y fuentes clave de la obra) y que ahora han sido revelados por el diario The Wall Street Journal, podrían echar por tierra el absoluto e inquebrantable apego a los hechos que hizo únicas las novelas de Capote.
Concretamente, dos capítulos de la novela publicada en 1966 difieren enormemente, según estos papeles, de lo que sucedió en realidad. Y el héroe de la historia, el detective Alvin Dewey, no sale muy bien parado. Fue él quien más fervientemente se empeñó en que Capote tuviera acceso a la investigación en curso en el KBI, quien le entregó documentación privada de la familia e incluso quien le ayudó a instalarse en Holcomb siendo un forastero.
A cambio, parece que pudo colar algún gazapo en 'A Sangre Fría' para tapar las vergüenzas del KBI, sobre todo retrasos aparentemente inexplicables a la hora de investigar la casa del sospechoso. Si Capote sabía o no de aquellos documentos, que un antiguo agente se llevó a casa en su día, es una incógnita que tal vez nunca podremos resolver.
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