Las almazuelas de La Rioja, al modo de coloridas pinturas

  • Las tradicionales almazuelas, que surgieron hace siglos en La Rioja como una labor de costura para aprovechar retazos de telas viejas, han evolucionado hacia una forma de artesanía moderna, cuyos trabajos nada tienen que envidiar a coloridas composiciones pictóricas.

Rebeca Palacios,

Logroño, 5 nov.- Las tradicionales almazuelas, que surgieron hace siglos en La Rioja como una labor de costura para aprovechar retazos de telas viejas, han evolucionado hacia una forma de artesanía moderna, cuyos trabajos nada tienen que envidiar a coloridas composiciones pictóricas.

Una selección de 25 trabajos de la modista riojana María Luisa Gutiérrez y las alumnas de su escuela Mastelas se exhiben desde hoy en Logroño.

Esta muestra reúne desde almazuelas más clásicas, que reproducen motivos geográficos, hasta otras composiciones más modernas, como vidrieras, paisajes, flores e, incluso, la reproducción del cuento "Caperucita Roja" en doce escenas.

Según ha explicado Gutiérrez a los periodistas, en la exposición se han elegido trabajos elaborados con técnicas diferentes, de la más tradicional a las más moderna.

Entre ellas, ha destacado un colorido tapiz en el que su autora ha utilizado con gran precisión, y muchas horas de trabajo, una mezcla de bordado "bouti" francés y de aplicación a máquina, que fue premiada en el Festival Internacional de Patchwork de Sitges por su "minuciosidad".

Estos trabajos, que además de bordados también utilizan las técnicas de "log cabin" o "patchwork", que consisten en ensamblar telas de distintos colores y estampados, se pueden aplicar a colchas, cojines, mantas o tapices para colgar, entre otros.

Una de las piezas "estrella" de esta exposición es la composición sobre "Caperucita Roja", que Gutiérrez elaboró en 2007 para su nieto mayor, con intención de seguir con más cuentos, pero, según ha reconocido, le faltan horas para trabajos tan laboriosos.

Entre las peculiaridades de las almazuelas de La Rioja, con una larga tradición, ha resaltado los paisajes, entre ellos, imágenes del Camino de Santiago, y un guadaviñas -edificación rural de piedra de forma circular-, del que se siente orgullosa, ya que "es bastante difícil conseguir un volumen redondo con las telas".

Para lograr este efecto, Gutiérrez cuenta con experiencia en dibujo y pintura, pero ha asegurado que es mucho más complicado coser que pintar, porque "el trazo se puede corregir, pero la puntada hay que pensarla antes y cuadrar el color exacto de la tela".

Cuando no se encuentra la tonalidad exacta de un tejido, se tiñe, ha explicado, dado que el colorido de las almazuelas es uno de sus principales atractivos, frente al uso de telas desgastadas que se hacía antaño, que también tienen "un encanto especial".

Esta costurera ha añadido que se trata de una afición costosa porque las telas no son nada baratas, pero las almazuelas son "obras que perduran, que se pueden dejar a los herederos con la convicción de que no se ha perdido el tiempo".

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