Lomografía: cuando lo digital tiene algo que aprender de lo analógico

  • La semana pasada, Madrid y Barcelona junto con otras ciudades del mundo han acogido la presentación mundial de la Spinner 360º, una cámara analógica que abarca los 360º. Así la fotografía analógica descubre algo que a la digital todavía no se le había ocurrido.
Alessia Cisternino

La semana pasada, la Sociedad Lomográfica lanzó a nivel mundial la Spinner 360º, una cámara fotográfica capaz de hacer un giro alrededor de su mismo eje y de crear el negativo probablemente más largo que existe. La presentación empezó en Tokio a las 8 de la noche y ha ido dando la vuelta al mundo – a 360º- tocando muchas “embajadas lomográficas” a la misma hora, entre ellas también la de Barcelona, en la Calle Carrer Mirallers y la de Madrid en la Calle Argensola.

Gracias a un mango colocado en la base, a un carrete convencional de 35 mm y a una argolla que recuerda mucho la de algunos juguetes de cuando éramos pequeños, la Spinner 360º cumple en una décima de segundo un giro completo de 360º consiguiendo algo que la fotografía digital por lo menos hasta ahora ha podido alcanzar sólo “por piezas”, es decir juntando ocho o diez disparos diferentes con Photoshop. “Esta cámara quizás es menos evolucionada de una cámara digital, pero tanta es su simpleza que hace las cosas mejor y más fácil”, afirma Marigel Arnaud, lomógrafa desde el 2004.

El movimiento lomográfico nació a principios de los años 90, como muchas veces pasa, por pura casualidad. Un grupo de estudiantes vieneses que en ese momento se encontraba en Praga compró en una improbable tienda de cámaras fotográficas una LOMO LC-A, una cámara de producción rusa dotada de una lente muy sensible a la luz. De vuelta a Viena y reveladas las fotos, todo el mundo cayó bajo el hechizo de estas instantáneas lechosas, hipercoloridas y sobreexpuestas conocidas como lomografías.

“Lo que tienen de bonito las lomografías”, explica Marigel, “es este calor que existe en el negativo, ese sobrecogimiento cuando esperas a que llegue el revelado”. “Los que practican la fotografía digital disparan, ven y borran la foto. Nosotros no, lo hacemos con más cariño, pensamos la foto e incluso a veces no pensamos, simplemente metemos todas nuestras sensaciones y nuestros sentidos en una foto: no sólo la vista, sino a qué huele el momento en el que estás haciendo la foto, hacia donde sientes la brisa, el sonido que tiene esta imagen…simplemente diriges tu cámara hacia estas sensaciones”.

La comunidad lomográfica actualmente cuenta con 70.000 miembros activos en la web y otros tantos que practican esta peculiar forma de culto de la fotografía analógica entre las paredes domésticas y con alrededor de 6.000 fans en Facebook sólo en España. Internet y las redes sociales son los principales medios de difusión y de interacción de los lomógrafos (pese a sus bases estrictamente analógicas) y son los que han permitido que la lomografía evolucionase del estadio de fenómeno cultural de nicho a una tendencia masiva de la fotografía contemporánea, como explica Sergio Roche, fotógrafo y lomógrafo.

De hecho, pese a ser quizás menos de los fotógrafos digitales, los lomógrafos son más visibles y más unidos entre sí, al compartir además de una pasión, una misma filosofía de vida en la que la sencillez y la completa libertad se prefieren a la incansable búsqueda de la perfección típica de la fotografía digital. “Con una cámara lomográfica, no tienes que estar pendiente de tantos parámetros, como el balance de blancos u otras cosas” afirma Sergio, “la foto te sale más rápida, es más fácil que te salga una foto buena sin tener que pasar por Photoshop, es más auténtica. Hay que ensayar y equivocarse y aún así en el error te salen cosas chulas”.

Sentimientos, sensaciones, calidez, libertad, inmediatez e imperfección. Tendencia o no, los lomógrafos deberían seguir existiendo aunque sea sólo para reivindicar la prioridad que todo esto debería tener en una fotografía, mucho más que la nitidez y la perfección postiza y a veces conscientemente engañosa del Photoshop. No se trata de que lo analógico supere lo digital o viceversa, sino de que lo digital pueda redescubrir algo que a veces se le olvida. O algo que, como en el caso de la Spinner 360º, hasta ahora ni siquiera se le había ocurrido. La contienda entre estos dos enfoques de la fotografía está todavía lejos de solucionarse a favor del uno o del otro.

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