Los veterinarios cierran el paso a la ganadería de Bañuelos

  • Madrid.- La ganadería de Bañuelos, que iba a tomar antigüedad en Madrid por ser la primera vez que lidiaba en Las Ventas, se quedó en puertas, al serle rechazados dos toros y no lidiar la corrida completa, hoy, en un festejo no obstante en el que algunos ejemplares apuntaron cosas notables.

Madrid.- La ganadería de Bañuelos, que iba a tomar antigüedad en Madrid por ser la primera vez que lidiaba en Las Ventas, se quedó en puertas, al serle rechazados dos toros y no lidiar la corrida completa, hoy, en un festejo no obstante en el que algunos ejemplares apuntaron cosas notables.

FICHA DEL FESTEJO.- Cuatro toros de Antonio Bañuelos y dos -segundo y quinto- de José Luis Osborne, desiguales de presencia y de juego también variado. El mejor, el primero, con clase, fue aplaudido; también "sirvió" el segundo, aunque más apagado; y fue bueno igualmente el sexto a pesar de lo poco que duró.

José Ignacio Uceda Leal: estocada (ovación); y media que escupe, pinchazo, estocada y descabello (silencio).

Pedro Gutiérrez "El Capea": media estocada baja (silencio); y media y dos descabellos (silencio).

Javier Cortés, que confirmaba la alternativa: pinchazo hondo y descabello (ovación); y estocada saliendo prendido y descabello (ovación).

En cuadrillas, oportuno quite de "Niño de Santa Rita" al "Puchi", éste cogido sin consecuencias en banderillas.

La plaza se llenó en tarde lluviosa, aunque cayó agua sólo en los prolegómenos.

---------------------------

POCO BUENO Y DESAPROVECHADO

Se torció la corrida en el reconocimiento previo, al ser rechazados dos toros.

La ganadería de Bañuelos tendrá que esperar a mejor ocasión, con permiso de los veterinarios.

¿Falló el ganadero por no esmerarse en la presentación para una ocasión tan especial? Cuesta creer que hubiera tal descuido. Pero los facultativos decidieron que no saliera la corrida. Y demasiado bien lo asumió el propietario de los toros que decidió lidiar los aprobados en lugar de llevárselos, ahorrando así a la empresa la posibilidad de una masiva devolución de entrada en taquilla. Elegante postura a pesar de todo.

Pero no fue sólo eso. El festejo no resultó porque los pocos toros con posibilidades -pocas posibilidades, desde luego- tampoco fueron convenientemente aprovechadas.

Al confirmante Javier Cortés le tocó el lote más propicio. El toro de la ceremonia fue lo que en la jerga llaman "un tacazo", por bien hecho, bajito y en tipo. Toro con clase, con temple y fijeza, prontitud e incluso recorrido. Marcó el animal el ritmo de un trasteo que acabó difuminado por las indecisiones del joven torero, que a pesar de su aparente esfuerzo no terminó de acoplarse del todo.

El sexto fue toro también con posibilidades, sin embargo, muy mal lidiado, circunstancia que también se había dado en el anterior. Un toro que planeaba en los engaños "haciendo el avión", queriendo cogerlos siempre por abajo. Duró poco, es verdad, pero de antemano fue el escaso bagaje de Cortés lo que impidió que la faena tomara vuelo. En el haber del torero, sus arrestos, como cuando se tiró a matar a éste último, que le costó una espectacular voltereta.

Uceda tuvo asimismo un primer toro que humilló mucho, al que había que templar y "llevar toreado" en el sentido estricto de torear. Pero no siempre le dejó la muleta en la cara, quitándosela antes de finalizar los pases. El caso es que se quedó más corto el torero que el toro.

Ya el quinto no brindó ninguna posibilidad, sin humillar, sin pasar, sin voluntad de embestir. Un animal sin estilo de nada. Uceda estuvo aquí lo que se dice aparente, sin despeinarse tampoco.

"Capea" cargó con el lote más "esaborío", además de tener una vez más en contra el sector ultra-crítico de la plaza, el polémico tendido "siete", que primero aprovechó la nula condición de su primero -chico, blando y manso- para hacer extensiva la protesta al propio torero. Un toro que no quería tomar los engaños, mucho menos seguirlos, unas veces frenado, otras rebrincado. Injusto que pagara el torero por el toro.

El quinto se acabó en el caballo, desangrado por dos desproporcionados puyazos. Claudicante en la muleta, acabaría echándose, y costó un mundo levantarle. Buena excusa para los vociferantes.

Mostrar comentarios