Luis Gordillo y Alberto Bañuelos, en la galería Salvador Díaz

  • Madrid.- La galería Salvador Díaz ha unido el trabajo del pintor Luis Gordillo con el del escultor Alberto Bañuelos en una exposición en la que mostrará, a partir del 5 de febrero, el proceso de creación de ambos artistas.

Luis Gordillo y Alberto Bañuelos, en la galería Salvador Díaz
Luis Gordillo y Alberto Bañuelos, en la galería Salvador Díaz

Madrid.- La galería Salvador Díaz ha unido el trabajo del pintor Luis Gordillo con el del escultor Alberto Bañuelos en una exposición en la que mostrará, a partir del 5 de febrero, el proceso de creación de ambos artistas.

Tras exponer los trabajos de sus últimos 25 años en el Instituto Valenciano de Arte Moderno, Bañuelos (Burgos 1949) exhibe en Salvador Díaz sus instalaciones más recientes, compuestas por decenas de maquetas en escayola.

Estas obras permiten seguir su proceso creativo de las últimas tres décadas así como las piedras que, procedentes de distintos puntos del mundo, han sido deconstruidas por el artista que las ha dotado de una función simbólica.

Rígidas e inflexibles, las piedras que establecen una relación intensa con Alberto Bañuelos se transforman en obras de arte que desafían al tiempo.

Simultáneamente a esta exposición y en la planta superior, la galería Salvador Díaz mostrará uno de los trabajos destacados de Luis Gordillo (Sevilla, 1934), la obra titulada "Blancanieves y el Pollock feroz" que formó parte de la exposición que el Museo Reina Sofía dedicó a este artista con motivo de la concesión en el año 2007 del Premio Velázquez de Artes Plásticas.

El monumental lienzo estará acompañado de las fotografías y bocetos que el pintor realizó para materializar la obra.

Desde sus orígenes, de los collages de 1958 a sus dibujos y cuadros abstractos del 63, en Luis Gordillo se advierte la herencia del surrealismo con toda su carga mentalista.

En el proceso de su obra, la fragmentación y la reutilización de la imagen se ponen en comunicación con la búsqueda del automatismo expresivo. Poco a poco las formas geométricas van cobrando más importancia.

La serialidad de las imágenes subraya el papel de la repetición en su fijación mental. La pintura deja de ser un registro exterior de la representación, una reduplicación física y perceptiva, estructurado sobre la línea y el color.

Ya en los 90, hay una obsesión por la terminología y las imágenes de la biología, que son utilizadas en clave fantástica e irónica. La persistente presencia de la dualidad de la imagen a lo largo de todo el itinerario creativo de Luis Gordillo se entiende como un proceso continuo de disolución y regeneración, que sintetiza su concepción de la tarea artística.

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