Mucho encuentra su voz tras la "penitencia" de su primer disco

  • Javier Herrero.

Javier Herrero.

Madrid, 5 feb.- Pese al título de su segundo disco, "El apocalipsis según Mucho", esta banda toledana ha conseguido en su nuevo trabajo aire, energía y una voz propia a la que han llegado tras atravesar su propia penitencia y aferrarse a la idea de que el mundo puede explotar, pero el que crea en sí mismo sobrevivirá.

"Hemos sufrido un montón", reconoce en una entrevista con Efe hoy en Madrid Martí Perarnau, cantante y compositor de Mucho, grupo que nació de las cenizas de The Sunday Drivers.

Se refiere, sobre todo, a un "sufrimiento artístico". "Teníamos en la cabeza lo que queríamos plasmar, pero con el cambio de idioma (al castellano) quizás no estábamos preparados hasta que pasamos nuestro primer disco, que pudo ser nuestra penitencia hacia nuestra forma de expresarnos", cuenta.

"Este disco es mucho más Mucho. Aquí hemos encontrado nuestra voz", sentencia el vocalista de este cuarteto, que integran también Miguel de Lucas, Carlos Pinto y Víctor Cabezuelo en sustitución de Fausto Pérez, que ha decidido abandonar la música.

La génesis de "El apocalipsis..." comenzó hace un año, después de ver un documental sobre el llamado "pico del petróleo", teoría según la cual el precio por barril siempre va hacia arriba, pero la cantidad de crudo se reduce cada vez más.

De ahí surgieron, por un lado, la constatación de que el mundo como lo conocemos tiende hacia su final y, por otro, la necesidad de sacudirse de encima el "terrorismo psicológico" que, en su opinión, ejercen políticos y medios de comunicación.

"Motores" fue la primera canción en llegar; por eso mantiene aún ciertos lazos con su álbum previo. Después llegaron "Las plantas" y "La base de la montaña", que asentaron el concepto general de este trabajo y cambiaron el "chip musical hacia algo nuevo".

Empezaron a componer con el piano y, en su afán de hacer "algo psicodélico", huyeron de la estructura clásica del pop, esto es, estrofa-estribillo-estrofa-estribillo.

Grabado con un ritmo de trabajo "tropical" de la mano, otra vez, de sus productores Ricky Faulkner, Fluren Ferrer y Santos Berrocal, el resultado "suena grande" y las guitarras potentes, sin que en ningún momento se pierda el concepto de cada canción.

Hay mucha dinámica, pero también homogeneidad, gracias a elementos comunes como el "delay" de cinta y el piano eléctrico, "la sal" que da unión a este álbum.

"Quería un disco con mucho aire, mucha luz, muy optimista, que transmitiera alegría y no fuera sombrío musicalmente, aunque las letras no vayan por ahí", dice.

Sus versos, que también contribuyen a ligar todo el conjunto, parecen hechos para amedrentar al "pecador" e infundir esperanza a los valientes.

"Sé que es difícil vivir de la música, pero es lo que me queda y está ante todo ese afán de supervivencia, de tirar hacia adelante sin miedo a nada", dice.

El disco no puede arrancar de forma más contundente: "El trato fue exquisito, pero entre tanto tipo distinguido prefiero ser inconveniente, hijo de puta y mal presidente", canta Perarnau en los primero versos del primer corte, "Más feliz sin televisión", a la que se refiere como "pura magia".

"Nunca había hecho una canción desde la letra, me daba cosa expresarme cómo soy. Y esta vez hemos querido desabrocharnos la camisa y mostrarnos", señala, poniendo como modelo a Andrés Calamaro.

Otro hito del disco lo constituye "La larga risa del emperador", que nació bajo el empeño de hacer un "tema electrónico a saco" y que a ellos les suena un poco a Michael Jackson y Daft Punk.

"Podría haberla hecho la ELO: es la canción más friki que hemos hecho nunca", apunta.

El 15 de febrero actuarán en Toledo, "en casa", y a partir de ahí les espera una gira nacional que les llevará, entre otro lugares, a Madrid (28 de febrero) y, ya en verano, al Festival Sonorama de Aranda de Duergo (Burgos).

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