Ohad Naharin, inventor del lenguaje "Gaga" que los flamencos tan bien hablan

  • Madrid.- El israelí Ohad Naharin es, no sólo el coreógrafo más reputado de su país, sino una institución en la danza mundial por ser el creador de "Gaga", la "santísima trinidad" del movimiento, un lenguaje que, asegura en una entrevista con Efe, los flamencos "hablan" naturalmente.

Ohad Naharin, inventor del lenguaje "Gaga" que los flamencos tan bien hablan
Ohad Naharin, inventor del lenguaje "Gaga" que los flamencos tan bien hablan

Madrid.- El israelí Ohad Naharin es, no sólo el coreógrafo más reputado de su país, sino una institución en la danza mundial por ser el creador de "Gaga", la "santísima trinidad" del movimiento, un lenguaje que, asegura en una entrevista con Efe, los flamencos "hablan" naturalmente.

Naharin (kibutz Mazra,1952) es uno de los invitados del Festival Madrid en Danza, en el que su compañía, la Batsheva Dance, actúa hasta mañana y en el que él ha ofrecido hoy una clase magistral sobre el "Gaga", un "idioma" que quiere desentrañar el sentido del descubrimiento y que "prohíbe" el uso de espejos.

"Todo lo que me interesa gira en torno a la perspectiva, por eso no permito espejos en mi compañía, porque el placer de bailar no proviene del reflejo, de verse, sino del movimiento mismo, y se puede bailar de forma muy exacta sin ellos. He bailado y he estado con muchas compañías en el mundo y los bailarines interesantes son los que no se miran en el espejo", afirma.

El flamenco le encanta y es, revela, "casi lo único" que le hace llorar, algo que tiene que ver mucho con su música pero también con el movimiento, porque, argumenta, "un buen flamenco es el ejemplo perfecto de la 'santísima trinidad', es decir, la combinación de la imaginación, la habilidad y la pasión.

"El flamenco que me gusta es el auténtico, como María Pagés o Farruquito. Nunca he pensado en trabajar con flamenco, pero es una fuente de inspiración para mí, porque es así como hay que bailar", subraya.

Su clase magistral sobre el "sistema -por llamarlo de alguna forma - Gaga" es "un taller" de una hora y cuarto en el que la danza no se interrumpe: "Es una experiencia de muchas facetas que se superponen", en las que a bailarines a los que no tiene ya que explicar que es un "plié" o un "tendu" les habla del "fluir", de la relación con el esqueleto y con la gravedad, de "calidad" y "voluntad".

"No se trata de lo que se hace, sino de cómo se hace, porque muchas veces el bailarín aporta la voluntad de hacer algo que a su vez bloquea otra cosa. No establece el vínculo entre el placer y el baile, y no trabaja ese flujo", apostilla.

En Madrid, en los Teatros del Canal, su compañía, patrocinada por el ministerio español de Cultura y el israelí de Exteriores, y el ayuntamiento de Tel Aviv, baila "Max", la primera colaboración entre Naharin y el compositor Max Waratt, un creador que mezcla "los susurros subversivos", con el arameo por medio, y los ritmos tribales para dar a la "articulación y desarticulación" de la "ley Gaga" la "horma de su pie descalzo".

"Yo no pienso en términos de convencional o no convencional, lo que me importa gira en torno al sentido del descubrimiento. Cuando defino mi danza no lo hago en función de un estilo determinado, no me intereso por lo evidente o lo oculto, sino por el hallazgo, como un niño que mira al cielo y dice ¡guau!", compara.

Por eso, precisa, "Gaga" no es un estilo, sino un lenguaje que pretende ayudar a los bailarines a que borren su formación para que investiguen en el vínculo entre el placer y el esfuerzo, en la fisiología, sus límites y su superación, el ritmo y el tiempo, la generosidad y el dejarse ir, para reirse de sí mismos.

"Todo ese lenguaje de movimiento pretende que los bailarines adquieran la capacidad de reconocer sus debilidades y asumirlas. Más que con el estilo, tiene que ver con el animal que todos somos. Que los bailarines tengan esas claves para alcanzar el equilibrio entre lo que castiga al organismo y la capacidad de curarse".

Naharin, que asumió la dirección artística de la Batsheva Dance Company en 1990, la primera ajena a la "troupe" de la legendaria Martha Graham con el privilegio de representar sus obras, está convencido de que la verdadera danza se refiere mucho al poder de la imaginación.

"Un atleta utiliza su virtuosismo, usa la técnica, y un bailarín tira de la fantasía, necesita que le liberen, eso es lo que enseña Gaga: el vínculo entre la pasión, las habilidades y la imaginación".

Por eso, defiende, no hacen falta espejos, porque cuando el bailarín adquiere la capacidad de ser "totalmente sensible a sus sensaciones", domina con exactitud la técnica y la explosión y dinámica de sus movimientos, la diferencia entre lo que piensa que está haciendo y lo que hace, se estrecha, algo que, destaca, "vale para la vida misma".

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