Panahi estrena su personal desafío cinematográfico al régimen de Ahmadineyad

  • Carlos Palencia.

Carlos Palencia.

Madrid, 20 abr.- Detenido bajo arresto domiciliario y condenado a 20 años sin dirigir películas, el cineasta iraní Jafar Panahi desafía al régimen de Ahmadineyad con "Esto no es una película", un ejercicio audiovisual rodado a escondidas desde la celda en que se convirtió su casa y que hoy se estrena en España.

Ganador del León de Oro en Venecia en 2000 por la cinta "El Círculo", Panahi fue acusado de conspiración y propaganda contra el gobierno, y detenido en febrero de 2010.

Pasó 80 días en una cárcel iraní, de la que salió el 25 de mayo de ese año, tras pagar una fianza de 160.000 euros (unos 212.000 dólares). Un arresto que le impidió, entre otras cosas, ejercer de jurado en el Festival de Cannes de 2010.

Mientras esperaba el resultado de su apelación, Panahi, incapaz de ocultar su pulsión cinematográfica, filmó en secreto este largometraje difícil de catalogar, con el que se rebela contra su sentencia y lanza un emotivo alegato a favor del cine.

Sacada de Irán en un "pen drive" por una persona que viajaba a París, "Esto no es una película" es un falso documental que muestra el día a día del encierro de Panahi, en un encomiable acto de valentía que supone una reflexión no sólo sobre el cine iraní, sino sobre el hecho cinematográfico en sí mismo.

Y es que, a lo largo de sus más de 70 minutos, Panahi, junto al realizador de documentales Mojtaba Mirtahmasb, teoriza sobre el modo en que ha de narrarse visualmente una historia, en una inteligente e ilustrativa lección de cine, donde los dos autores investigan si es posible contar una película en imágenes sin interpretarla.

Con el guion de su última película en la mano, el director lee a la cámara las páginas que conforman el que iba a ser su siguiente filme, mientras explica las diversas escenas utilizando como único escenario la alfombra de su casa y una cinta de esparadrapo, con la que delimita distintas estancias.

A Panahi se le prohibió realizar películas y escribir guiones, así como viajar al extranjero o conceder entrevistas a cualquier medio, según señaló su abogada en 2010.

Pero, como el cineasta indica en el propio filme, la sentencia no le impide leer guiones y, por ello, con espíritu rebelde y burlón, afronta este ejercicio que huye del apelativo de película en su propio título.

Sin embargo, a medida que avanza la cinta, Panahi descubrirá que no es posible contar una película de manera satisfactoria sin la ayuda de intérpretes, y hará partícipe al espectador de la agonía de su encierro y de una condena que en cierto modo le anula como individuo, ya que su vocación es el cine y no está dispuesto a renunciar a ese medio.

Como señala el cineasta en determinados momentos de "Esto no es una película", los actores, a través de sus interpretaciones y su expresión corporal, también transmiten mensajes que son imposibles de plasmar en un guion y mucho menos de explicar con palabras.

Para Panahi, un cineasta lo es siempre, y trata de mostrarlo durante todo el desarrollo de una cinta cuyas imágenes, aunque aparentemente tomadas de la realidad, están totalmente guionizadas, de ahí que pueda considerarse a este filme como un falso documental.

Alumno aventajado de su compatriota Abbas Kiarostami, es uno de los artistas e intelectuales iraníes que han mostrado su apoyo al movimiento de oposición reformista que denunció un amplio fraude electoral en la reelección del presidente Mahmud Ahmadineyad.

Panahi salió en 2010 de la prisión de Evin en Teherán, una semana después de haber iniciado una huelga de hambre que apareció en las portadas de distintos periódicos a lo largo del mundo.

Actualmente se desconoce su paradero, aunque según versiones de alguno de sus amigos ha sido trasladado a una casa en el norte de Irán, donde sigue detenido y permanece totalmente incomunicado, información que coincide con la ofrecida por la empresa Aquelarre, encargada de distribuir en España su último filme.

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