"Pasaje a Tahití", un "Españoles por el mundo del siglo XIX" hecho novela

  • La nueva novela de Eva García Sáenz, "Pasaje a Tahití", embarca a tres españoles de finales del XIX en un apasionante viaje con parada en París, Sidney, Japón y Tahití, con el telón de fondo de la industria de las perlas cultivadas, "es como un españoles por el mundo de hace dos siglos".

Isabel Peláez

Palma de Mallorca, 1 jun.- La nueva novela de Eva García Sáenz, "Pasaje a Tahití", embarca a tres españoles de finales del XIX en un apasionante viaje con parada en París, Sidney, Japón y Tahití, con el telón de fondo de la industria de las perlas cultivadas, "es como un españoles por el mundo de hace dos siglos".

Los hermanos Fortuny, Bastian y Hugo, pierden su trabajo como sopladores de vidrio en Mallorca -otro hecho extrapolable a hoy- y deciden poner rumbo a Tahití tras haber participado en las obras de la torre Eiffel, en la Exposición Universal de París de 1889.

La ficción se entrelaza con la historia en esta novela escrita por una mujer del siglo XXI, vitoriana de nacimiento y alicantina de adopción, que ha padecido "un auténtico 'jet lag' (descompensación horaria)" al combinar una vida moderna con la inmersión en los escenarios y hechos más relevantes del siglo XIX, explica a Efe.

Esta historia épica "de amor, de superación, de lazos familiares y de secretos", como la describe su creadora, recrea con exactitud la vida cotidiana parisina de 1889, el colorista Tahití que llevó el pintor Paul Gauguin a sus cuadros y la Mallorca de entreguerras.

Durante los once meses que ha tardado en escribir la novela, a la venta el próximo tres de junio, García Sáenz ha cuidado, además de a sus dos hijos pequeños, de otros tres vástagos en la ficción: Laia Kane, hija de un cónsul corrupto, y los hermanos Bastian y Hugo Fortuny, las tres voces narrativas de "Pasaje a Tahití" (Espasa) que descubren en ese país el fascinante mundo de las perlas.

Un iPad fue el medio de documentación que utilizó la novelista para adentrarse en la rutina social y comercial de Tahití, donde nunca ha estado.

"Contacté con una guía española en el país y, a través de Skype -un sistema de videoconferencia- me iba mostrando lugares emblemáticos y peculiaridades de allí", ha relatado la autora en Manacor (Mallorca).

Manacor es otro de los bellos escenarios por el que discurre la trama, el lugar donde vuelve uno de los hermanos Fortuny para crear su propia industria de perlas y la ciudad donde actualmente se erige la fábrica de perlas orgánicas Majorica, que viene imitando, desde 1890, el proceso de producción de las perlas cultivadas más lujosas.

Entre aventuras, desengaños y descubrimientos, aparecen en escena personajes reales como Paul Gauguin, cuya obra pictórica más relevante se enmarca, precisamente, en la Polinesia francesa; el galerista francés Pierre Loeb o el padre del sistema para producir perlas cultivadas, el japonés Kokichi Mikimoto.

Ningún detalle queda al azar en "Pasaje a Tahití" porque todo ha pasado por una meticulosa revisión para evitar anacronismos. "Cuando leí el manuscrito", cuenta Belén Bermejo, editora de Espasa, "pensé que era imposible que Paul Gauguin comiese latas de callos".

En efecto, el artista escribió una lista que ha pasado por las manos de la autora ("La saga de los longevos", 2012) en la que detallaba el importe de varios productos, entre ellos "latas de callos", que debía a una tienda de ultramarinos de la época.

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