Puesta de largo a los 20 en Japón

  • Para las jóvenes japonesas que acaban de cumplir la mayoría de edad, lacelebración del Seijin No Hi (la puesta de largo), es la granoportunidad para demostrar quiénes son. Van a la peluquería a hacerseun peinado sofisticado; se visten con un carísimo kimono furisode deseda; y realizan una peregrinación al templo local para pedir suerte.
Una joven en su puesta de largo en Meiji Jingu (Tokio) rodeada de fotógrafos
Una joven en su puesta de largo en Meiji Jingu (Tokio) rodeada de fotógrafos
David Nakamura | GlobalPost para lainformacion.com
David Nakamura | GlobalPost para lainformacion.com

(Tokio, Japón). Cumplir 20 años (la mayoría de edad aquí) significa asumir todos los privilegios y responsabilidades de la vida adulta. Las jóvenes también tienen que aguantar las miradas lascivas de hombres mayores que, durante este día, tienen la libertad de hacerles todas las fotos que deseen. Los hombres que se dan cita en el templo de Meiji Jingu no son exactamente el prototipo de lo que buscan las jóvenes. Algunos de ellos son lo suficientemente mayores como para ser no sólo sus padres sino también sus ojisan, la palabra japonesa para abuelo.

Estos aficionados de la fotografía llevan cámaras caras –Nikon, Cannon y Kodak-, rodean a las jóvenes que se dirigen a Meiji y las organizan para hacerles fotografías como si se tratara de un pase de modelos. Las mujeres, un poco confundidas pero también halagadas por el interés de los extraños, acceden durante unos minutos. Posan rectas e impasibles ante los fotógrafos, sonríen y hacen la señal de la victoria con la mano.

El mejor lugar para ver esta tradición es el templo de Meiji Jingu en Tokio, uno de los lugares más emblemáticos del país. Atrae a más de 3 millones de visitantes durante el día de Año Nuevo y cientos de miles más durante el Seijin No Hi, la puesta de largo que se celebra cada segundo lunes de enero.

Japón es el país que más rápidamente envejece de todo el mundo. Tiene el mayor porcentaje de ancianos y una tasa de natalidad tan baja que provocará serios y costosos problemas demográficos en las próximas décadas. Sin embargo, un día al año, esta nación de ancianos hace una pausa para honrar a sus nuevos adultos con una fiesta nacional.

El acontecimiento celebra a las personas de 20 años que a partir de este momento son completamente independientes y responsables ante la ley. Esto significa que están autorizados a beber, votar y casarse sin el consentimiento de los padres. Incluso existe una palabra para quienes tienen 20 años: hatachi.

La festividad comienza con una ceremonia formal en el ayuntamiento o centro de convenciones de la ciudad, donde el alcalde u otra autoridad ofrece consejos a la nueva generación. Algunos jóvenes cometen un último arranque de rebeldía: según los medios de comunicación locales, es cada vez más frecuente que los hatachi protagonicen algunos actos de mala educación, ya sean abucheos o risas y burlas hacia las autoridades invitadas. Su única preocupación es salir del lugar y hacerse fotos con los amigos. O ligar.

La primera vez que vi un Seijin No Hi en Hiroshima, en 2002, me quedé sorprendido por los cientos de chicos y chicas que esperaban fuera del centro de convenciones, conversando y fumando mientras los ponentes hablaban en el interior. Después de la ceremonia, la mayoría de los nuevos adultos visitan los templos ancestrales con sus familias para pedir suerte.

Para el evento, todos se visten de gala: ellos normalmente llevan traje oscuro y saben que son sólo un accesorio de las verdaderas estrellas: las jóvenes. Las mujeres lucen costosos kimonos furisode (de mangas largas y anchas), de colores brillantes, especiales para las solteras. Calzan las zori, las tradicionales sandalias japonesas y parecen un pavo real con su gran plumaje.

De hecho, los vestidos se hacen en colores fuertes porque son el anuncio de que la mujer soltera espera pretendientes.A pesar de que cada año hay menos veinteañeros en el país o quizás debido a ello, las celebraciones han crecido en complejidad. Este año, la ciudad de Chiba –a 40 kilómetros de la capital nipona- decidió dar rienda suelta a la imaginación durante el Seijin No Hi: en lugar de realizar la ceremonia en el abarrotado edificio del ayuntamiento, trasladó la fiesta a un lugar famoso por sus disfraces y fantasías: Disneyland Tokio.

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