Roma analiza la influencia de Cézanne en la obra pictórica italiana del XX

  • Roma abre sus puertas a Paul Cézanne mediante una exposición en el Museo Vittoriano que ilustra la enorme influencia que el pintor francés ejerció sobre jóvenes pintores vanguardistas italianos, llamados a ser los máximos exponentes pictóricos de la primera mitad del siglo XX italiano.

Roma, 12 oct.- Roma abre sus puertas a Paul Cézanne mediante una exposición en el Museo Vittoriano que ilustra la enorme influencia que el pintor francés ejerció sobre jóvenes pintores vanguardistas italianos, llamados a ser los máximos exponentes pictóricos de la primera mitad del siglo XX italiano.

A principios del siglo XX, en los mentideros de la capital de la Toscana, Florencia, los jóvenes artistas se implicaban en calurosos debates que giraban entorno a la idea de volver al clasicismo o, por el contrario, continuar por la senda modernista que Cézanne había emprendido casi medio siglo antes.

En esta exposición, gracias a un ensayo de la estudiosa italiana Maria Teresa Benedetti, se recuerda que Cézanne llegó a Italia gracias a coleccionistas de arte como Charles Loeser o Paolo Fabbri que "habían conseguido recopilar un número importante de obras" y con las que se difundió el propio estilo "cezanesco".

El "cezanesco" partía del propio impresionismo con el que convivió el artista francés para desarrollar su propia técnica, en la que anteponía el color -su obsesión- a la forma de los objetos.

Paul Cézanne (Aix-en-Provence, 1839-1906) nunca puso un pie en Italia pero su influencia, según explica el historiador Claudio Strinati en su ensayo titulado "Cézanne en Italia: entre el amor y la polémica", sobre las nuevas generaciones de artistas que se asomaban al óleo en los primeros años del siglo XX fue "enorme".

Estos jóvenes pintores no son otros que Carlo Carrá, Giorgio Morandi, Mario Sironi o Fausto Pirandello que, a pesar de no ser contemporáneos de Cézanne, nutrieron su creatividad con la influencia del autor francés, tal y como se demuestra en el recorrido de esta exposición.

Esta muestra romana comparará, hasta el próximo 2 de febrero, el futurismo de Carlo Carrá, las sencillas composiciones de Giorgio Morandi, el expresionismo clásico de Mario Sironi o el peculiar estilo de Fausto Pirandello con las pinturas del genio post-impresionista francés que quiso "sorprender a Paris con una manzana".

Según explicó a Efe Paola Polidoro, una de las organizadoras de la muestra, para que se haya podido llevar a cabo, las obras han tenido que llegar a Italia desde múltiples países de todo el mundo como Canadá, Brasil, Japón, Australia, Francia, Rusia, Hungría o Estados Unidos.

Como no podía ser de otra manera, en los muros del Museo a Victor Manuel II, no faltan los bodegones, las célebres naturalezas muertas de Cézanne, con sus naranjas y sus brillantes copas de agua, un ejemplo de la atención que el pintor concedía a la vida silenciosa de los objetos, desde su celosa visión del mundo.

Y junto a los bodegones de Cézanne, de ágiles y precisas pinceladas, aparecen expuestas las tibias naturalezas muertas de Giorgio Morandi, con su particular y geométrica idea de los objetos, o las representaciones angulosas de Carlos Carrá, uno de los líderes del movimiento futurista, junto con Marinetti.

Por otro lado, el desnudo ocupa un papel capital en esta exposición, una temática que gira entorno al eje de "Los grandes bañistas", obra que el francés pintó entre 1883 y 1887 y que actualmente es propiedad de la Nacional Gallery de Londres, o "Betsabea", lienzo en el que representa, en 1885, a una de las mujeres del Rey David.

Según demuestra esta exposición realizada en el corazón de Roma, "los bañistas" de Cézanne quedaron bien marcados en la retina de estos artistas italianos.

Tal es así que, treinta años más tarde, Giorgio Morandi compuso sus propias "bañistas" y tendrían que pasar 70 para que Fausto Pirandello dibujase a sus bañistas, esta vez "de espaldas".

Una exposición con la que se pretende homenajear a uno de los pintores más influyentes en el arte italiano, el mayor representante del post-impresionismo que sembró el germen de la pintura moderna, una semilla creativa de la que brotarían vanguardias de la envergadura del cubismo o el propio expresionismo.

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