Rossy de Palma y Victoria Abril del color Gaultier al barroco negro de Loewe

  • Las actrices españolas Rossy de Palma y Victoria Abril fueron hoy las reinas de la noche de la moda en los desfiles de Jean Paul Gaultier y de Loewe, que cerraron la quinta jornada de Prêt-à-Porter otoño-invierno 2012-2013.

Lola Loscos

París, 3 mar.- Las actrices españolas Rossy de Palma y Victoria Abril fueron hoy las reinas de la noche de la moda en los desfiles de Jean Paul Gaultier y de Loewe, que cerraron la quinta jornada de Prêt-à-Porter otoño-invierno 2012-2013.

Justo antes de disfrutar del arte del británico Stuart Vevers, inspirado para la firma de marroquinería española en la Real Escuela de Arte Ecuestre de Andalucía y en la arquitectura barroca de los Churriguera, las dos actrices glosaron el estilo lanzado por Gaultier.

Ha sido "sublime, total, intermundial", dijo Rossy de Palma de su desfile, audaz mezcla de compresiones escultóricas y de "grafittis" de la década de los ochenta, mientras su compañera de asiento celebró lo "glamurosas" que son todas y cada una de las piezas presentadas, "tanto de día como de noche, para la tarde o para acudir a un festival", sin contar la sabiduría con la que trató el color.

"La mitad de cada modelo era humor", añadió Victoria Abril, quien antes de salir a toda prisa para llegar a tiempo al desfile de Loewe llegó a resumir lo visto en dos palabras: "trop bien" (demasiado bien).

Para su nuevo exitoso desfile, Gaultier, firma hoy propiedad al 60% del grupo español Puig, tomó como telón de fondo un arrugado y gigantesco César (escultura dorada creada por César equivalente a los Oscar o a los Goya, que se entregan en la gala de los premios del cine francés).

Homenaje a este artista cuyas comprensiones reunió el modisto con la influencia "grafitti, es decir de The Velvet Underground, pero tratado todo desde una óptica Costura y elegante", según contó a un pequeño grupo de periodistas.

Como ejemplo de ese lujo roquero que quiso darle a su Prêt-à-Porter invernal al son de Lou Read citó el lurex muy brillante y el aspecto metálico de cobres y plateados de algunas prendas con las que cerró su colección, construidas en jacquard de seda, elaborado con antiguas técnicas, que permiten una precisión "casi fotográfica".

La idea del "grafitti" impregnó igualmente espectaculares abrigos y faldas de pieles de diferentes tipos, zorro, visón, cordero, cabra y mongolia, cortos hasta las rodillas, que podrán llevarse con ajustadísimos pantalones y por supuesto tacones muy altos.

Sobre la pasarela, estas piezas de inspiración proveniente de los años 80, según destacó Gaultier, se combinaron con vestidos cuya compresión produjo nuevos drapeados y volúmenes.

Además, el modisto desarrollo a placer el concepto de doble prenda, de modelos que, por ejemplo, comenzaban siendo un vestido para convertirse luego en un cardigan o en una parka o una especie de capa.

Más allá de sus diseños multicolores, la paleta Gaultier se llenó de negro en abundancia, de gris y de beige, pero también de numerosos toques de color, en trajes de chaqueta estampados en piel de serpiente, chaquetones de visón blanco, abrigos naranjas o fucsias, vestidos de terciopelo marrón o vino y espectaculares dorados y texturas metálicas que casi parecían líquidas.

Desde la Escuela de Medicina del barrio del Odeón, Stuart Vevers continuó su viaje por España y sus esencias y tomó al negro como testigo de sus descubrimientos.

Hubo también tostado y gris sobre su podio e incluso algunos toques de blanco y de rosa empolvado, pero el negro lo invadió casi todo en cazadoras, abrigos, vestidos y pantalones, siempre hasta las rodillas, nunca más allá, a menudo de cuero o de napa.

Aunque se "sumergió" en la Real Escuela Ecuestre andaluza con sede en Jerez, el modisto se interesó en general en todas las escuelas del sur de España, precisaron a Efe fuentes de la firma.

Quiso ante todo plasmar desde ese prisma el lado más aristocrático de esta casa española de solera, fundada en 1872 y propiedad desde 1996 del líder mundial del lujo, el grupo francés LVMH (Louis Vuitton Moet Hennessy).

La estética del mundo del caballo, mayormente masculina, las decoraciones de sillas, estribos, fustas, botas y cualquier otro elementos ecuestre tomaron formas femeninas.

Mientras que el uso de la piel, materia prima sin la que Loewe no existiría, fue soporte principal de toda la colección, por supuesto, tratada con las técnicas de marroquinería más exquisitas.

Faldas con vuelo, voluminosos chalecos de pieles, cazadoras cuadradas, abrigos y vestidos con bolsillos en relieve solo dibujados, botones y hebillas con motivos churriguerescos, fueron algunas de sus propuestas del desfile, portadas siempre sobre botines o sandalias de alto tacón.

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