Sainz Alfaro: El arte del Orfeón es parecer siempre el mismo siendo distinto

  • José Antonio Sainz Alfaro cumple en 2012 un cuarto de siglo al frente del Orfeón Donostiarra, un largo periodo en el que este coro centenario ha mantenido su prestigio y es que, asegura, "su gran arte es parecer el mismo siendo distinto".

Ana Burgueño

San Sebastián, 22 ene.- José Antonio Sainz Alfaro cumple en 2012 un cuarto de siglo al frente del Orfeón Donostiarra, un largo periodo en el que este coro centenario ha mantenido su prestigio y es que, asegura, "su gran arte es parecer el mismo siendo distinto".

La continua renovación de voces, junto a la "mezcla" de noveles y veteranos, es uno de los mayores atractivos para el director del Orfeón, que ve en las dificultades de "disponibilidad" de los cantores, al tratarse de un conjunto amateur, su "punto débil".

Sainz Alfaro (San Sebastián, 1956) se licenció en Ciencias Físicas por la Universidad de Navarra, estudios que complementó con una formación musical en su ciudad y el extranjero.

En 1974 ingresó en el Orfeón como barítono y desde entonces permanece vinculado a la entidad, que considera "uno de los sitios más animados" que conoce y que le ha reportado "un auténtico mareo de anécdotas y vivencias", según afirma en una entrevista con Efe.

"La actividad es muy variable, y eso hace que sea bonita. Resulta muy difícil repetirse. Hay canciones que cantas toda la vida, pero siempre hay algo que cambia", destaca.

Señala que si ha imprimido un "sello" al coro, lo deben decir otros, aunque añade que la agrupación donostiarra ha ido cambiando como lo han hecho los tiempos, tanto que asegura que "hoy no se permitiría cantar como se cantaba antiguamente", cuando "la voz primaba sobre todo".

"La juventud viene mucho mejor preparada y el conocimiento musical es mucho mayor. Y si hemos perdido en calidad de voces, porque ya es inusual eso de empezar a cantar a los 4 años en el coro de la parroquia, hemos ganado en técnica", indica.

El Orfeón añade a todo ello un "trabajo continuado", en el que cree que se asienta su reconocimiento público, aunque admite que la "permanencia" de sus directores -solo ha tenido cuatro en 115 años- favorece su "estabilidad".

Son además los "orfeonistas" quienes cada cuatro años deciden si cambian o no de director. Él ha firmado ya seis contratos.

De los grandes directores que han trabajado con el Orfeón lo que habitualmente oye es que el coro es "fantástico", dice.

"Lo más importante" de todas estas colaboraciones es, añade, que "vuelven y vuelven", como ha ocurrido con Claudio Abbado en "cuatro o cinco" ocasiones y con Lorin Maazel en "nueve o diez".

También han repetido Zubin Mehta y Riccarso Muti, y Simon Rattle, con quien los "orfeonistas" debutaron en 2007 en el Festival de Canarias con la Sinfonía número 2 de Mahler, lo hará por segunda vez en 2013 en el Auditorio Nacional de Madrid, una ciudad que "quiere mucho" al Orfeón, según Sainz Alfaro, y a la que el coro ha regresado en los últimos años tras algunos de ausencia.

Tiene "grabado" en su memoria un concierto "memorable", el que la Orquesta de Pittsburgh y el Orfeón ofrecieron en agosto de 1992 en el teatro de la Maestranza de Sevilla, bajo la dirección de Maazel, también con la Sinfonía "Resurrección" de Mahler, además del que ofreció junto a la Filarmónica de Berlín en la capital alemana, el primero de Abbado tras recuperarse de un cáncer.

"Interpretaron el 'Réquiem' de Verdi. Fue impresionante, al acabar, Abbado se quedó suspendido un par de minutos, sin bajar las manos. Dos minutos de silencio infinitos. Creo que lo puso de moda en el mundo y ahora hay muchos que empiezan a quedarse suspendidos, pero aquello fue mágico", rememora Sainz Alfaro.

Asegura que la dirección es "una suerte", un trabajo "generoso" con el que no ha caído en la rutina. Y que le permite, pese a los veinticinco años transcurridos, seguir emocionándose. "Sí, sí, constantemente, en cada concierto", afirma.

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