Sensacional Manzanares con tres orejas y Puerta Grande en la corrida de Asprona

Albacete.- El diestro José María Manzanares ofreció una extraordinaria tarde de toros al cortar tres orejas y salir a hombros en la tradicional corrida de Asprona, celebrada hoy en Albacete, y en la que Dámaso González tomó la alternativa, sin demasiada suerte por culpa sobre todo de su mala espada.

Se lidiaron toros de Juan Pedro Domecq, el primero con el hierro de Parladé, justos de presentación, descastados y sin fondo, de poco juego a excepción del bonancible tercero. Quinto y sexto también "se dejaron" algo, aunque ambos acabarían apagados.

Francisco Rivera Ordóñez "Paquirri": dos pinchazos, otro hondo y tres descabellos (silencio); y estocada (ovación).

José María Manzanares: gran estocada (dos orejas); y estocada y descabello (oreja).

Dámaso González, que tomaba la alternativa: dos pinchazos, estocada tendida y cuatro descabellos (ovación); y dos pinchazos y estocada (ovación).

La plaza tuvo casi tres cuartos de entrada en tarde agradable.

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MANZANARES, EN OTRA DIMENSIÓN

Manzanares tuvo el toro de más clase del envío, el tercero, al que toreó con mucha enjundia de capote, y al que cuajó de principio a fin en la muleta, en un trasteo de ensueño, con muletazos exquisitos sobre ambas manos, hondos, ligados y por abajo, acompasando el torero con la cintura cada pase, con extraordinario temple y empaque; gustándose también una barbaridad en los remates de serie.

Faena completa y muy elegante de Manzanares, que además pasaportó a su oponente de un estoconazo sin puntilla, que provocó gran entusiasmo en los tendidos, y le permitió cortar las dos orejas.

Con el quinto, más de lo mismo. Verónicas de compás abierto y trayéndose al toro muy hacia adentro y faena de muleta basada esta vez en el pitón izquierdo, por donde dibujó muletazos de notable aroma, despaciosidad y extraordinario sentimiento. Gran labor de Manzanares, aunque menos compacta que la anterior, por lo que esta vez paseó sólo un trofeo.

Lo mejor de Rivera Ordóñez, que por primera vez en su carrera se anunciaba como "Paquirri", en su primero fue el tercio de banderillas. Por lo demás, el toro no acompañó nada, bajito de raza y sin fuerzas, y el torero llevó a cabo una faena bullanguera de cara a la galería, que no tuvo oportuna rúbrica con la espada.

Mejoró su imagen sin embargo en el cuarto, toro sin casta alguna y amigo de las tablas, con el que Rivera volvió a lucirse con los rehiletes, y con el que llevó a cabo una faena de mucho esfuerzo en la distancia corta, tratando de obligar a un animal remiso a embestir.

El joven Dámaso González fue todo voluntad con el toro de su alternativa, tan noble como apagado, además de un punto flojo. Puso todo de su parte el torero para interesar en una labor bien acogida por los tendidos, pero mal rematada con los aceros.

El sexto se movió algo más, y Dámaso lo intentó a base de tesón y disposición en una labor a la que le faltó reposo y limpieza. Falló nuevamente con la espada y todo quedó en una ovación cariñosa de sus paisanos.