Simón Casas escribe de la tarde perfecta de José Tomás

  • El empresario taurino Simón Casas reflexiona sobre el arte y la fuerza de los sueños en el libro "La tarde perfecta de José Tomás", que acaba de ser publicado en España y que escribió a propósito de la memorable actuación del diestro madrileño en el anfiteatro de Nimes (Francia) en septiembre de 2012.

Madrid, 19 oct.- El empresario taurino Simón Casas reflexiona sobre el arte y la fuerza de los sueños en el libro "La tarde perfecta de José Tomás", que acaba de ser publicado en España y que escribió a propósito de la memorable actuación del diestro madrileño en el anfiteatro de Nimes (Francia) en septiembre de 2012. La obra, traducida ahora al castelllano por la editorial Demipage y prologada por el rockero Andrés Calamaro, ya se publicó en Francia semanas después de la corrida en la que José Tomás lidió seis toros en solitario y que se saldó con el corte de once orejas y un rabo más el indulto de un toro de la divisa de Parladé.

Simón Casas, que ya tiene varios libros publicados en francés y se considera un "productor de arte", más que un empresario taurino al uso, fue el organizador de aquel festejo y se sintió motivado a escribir sobre la trascendencia del que fue "todo un acontecimiento cultural".

"Escribir es para mí una pasión igual que la tauromaquia, porque en el fondo son la misma cosa -asegura Casas-. La tauromaquia, como la literatura y todas las artes, es la representación de los principales valores universales: la vida, la muerte, la búsqueda de la belleza y, sobre todo, la ascensión hacia la torre de la perfección, como decía Lorca hablando del duende".

En aquella corrida de José Tomás en Nimes, el empresario no sólo vio "unas faenas casi perfectas sino a un gran artista, en el sentido más extenso del término, que durante dos horas representó con toda su entrega esa búsqueda interior de la perfección y de la unión de todo el público".

"Porque el público -continúa- es siempre muy variopinto, pero el gran artista, el gran pintor, el gran escritor, el gran músico o el gran torero es el que pone a todo el mundo en sintonía, todos los corazones y todas las mentes, como hizo José Tomás durante esas dos horas".

A Simón Casas, en concreto, el acontecimiento le hizo aflorar las vivencias de los años de adolescencia y juventud en que intentó ser torero en España, lo que para muchos, siendo francés, se antojaba entonces como una utopía.

"Aquel empeño -explica- era una búsqueda romántica y filosófica del sentido de la vida. La tauromaquia enseña el camino de la belleza, de la ética y de la estética hasta a un analfabeto. Y gracias a ella yo descubrí también la cultura y la literatura, de una manera muy bohemia, en el Madrid de los años sesenta".

En el libro hay constantes referencias a aquella época, como si la organización de la corrida de José Tomás hubiera justificado toda la vida del empresario.

"Algo hay de eso -ratifica Casas-, porque, de hecho, hay menos páginas dedicadas a la corrida que a mi vida y a mi relación con mi compañero de aquellas aventuras, Alain Montcouquiol "Nimeño", que fuimos los dos primeros franceses que vinimos a España para intentar ser toreros".

"No conseguimos serlo, al menos de manera gloriosa, pero con la fuerza de nuestros sueños abrimos un camino que ha llegado a la consolidación de un fuerte sector taurino en Francia", matiza.

Casas advierte también que el relato de la contratación de José Tomás que hace en el texto es "una ficción novelada. Por respeto al torero, no tenía por qué hablar de los detalles de la negociación, así que me inventé el proceso sobre personales reales, como su apoderado de entonces, Salvador Boix, o yo mismo".

"Realmente, no nos vimos en el café Gijón de Madrid ni existió ese diálogo, ni es real la referencia al caché del torero, aunque sí quería decir, sin hablar de cifras, que, aunque José Tomás gane mucho, siempre será menos que lo que se merece".

Aun así, Simón Casas considera que, como organizador de espectáculos taurinos, esa corrida no ha sido su "producción cumbre", porque el día que eso llegue sólo le faltará "caer en la tumba".

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