Solitarias orejas para Cartagena y Manzanares en el fin de feria en Huesca

  • Una oreja cada uno pasearon los rejoneadores Andy Cartagena y Manuel Manzanares en el festejo de la especialidad que puso el cierre hoy a la feria taurina de Huesca, escaso balance artístico de un espectáculo condicionado por los fallos en la suerte suprema.

Huesca, 13 ago.- Una oreja cada uno pasearon los rejoneadores Andy Cartagena y Manuel Manzanares en el festejo de la especialidad que puso el cierre hoy a la feria taurina de Huesca, escaso balance artístico de un espectáculo condicionado por los fallos en la suerte suprema.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Benitez Cubero, con mucho peso y muy parados.

Andy Cartagena, oreja y silencio.

Manuel Manzanares, oreja y silencio.

Andrés Romero, ovación y silencio.

La plaza tuvo casi tres cuartos de entrada, en una tarde con vierto fresco.

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REJONES DESAFILADOS

Andy Cartagena, Manzanares y Romero pudieron salir triunfadores del coso oscense, pero el fallo a la hora de matar les privó de abrir la puerta grande. También es cierto que los toros de Benitez Cubero no colaboraron en nada con la causa y que el público se mostró tan frío como la tarde.

Los toros tuvieron excesivo peso para una corrida de rejones, con una media de más de 550 kilos, lo que supuso un lastre ya que estuvieron muy parados, y aún se deslucieron más cuando los auxiliares, en los tiempos de cambio de cabalgadura, al distraer a los toros con los capotes, éstos se caían a las primeras de cambio.

Andy Cartagena estuvo correcto en el primero y también con el rejón de muerte lo que le valió cosechar una oreja. En el cuarto se lució más en el tercio de banderillas con el balanceo de su caballo y su baile, así como en las lanzadas que hizo el deleite de los aficionados pero en la suerte suprema no estuvo acertado.

Manuel Manzanares también se lució sobre todo de frente al toro en apenas dos metros con el posterior quiebro, acción que repitió en varias ocasiones. Cortó una oreja. En el segundo de su lote, la mala fortuna a la hora de rematar al toro, con un rejón trasero y desviado produciendo la muerte por derrame, hizo que la plaza guardara silencio.

Andrés Romero, en su primer toro, de 590 kilos, poco pudo hacer ya que el animal estuvo muy parado durante su lidia y ni siquiera le ayudó en la suerte definitiva. En el que cerraba plaza estuvo correcto en sus suertes, y mejor en las banderillas con los quiebros, pero volvió a fallar con el rejón de muerte al tener que intentarlo hasta cuatro veces.

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