Talavante, en su mejor versión, corta una oreja en San Sebastián

  • San Sebastián.- Una faena de Alejandro Talavante en su mejor versión, dechado de técnica y valor, de mucho encanto por pureza y variedad, aunque con premio final de una sola oreja, fue algo muy sobresaliente en la corrida de hoy en San Sebastián.

Talavante, en su mejor versión, corta una oreja en San Sebastián
Talavante, en su mejor versión, corta una oreja en San Sebastián

San Sebastián.- Una faena de Alejandro Talavante en su mejor versión, dechado de técnica y valor, de mucho encanto por pureza y variedad, aunque con premio final de una sola oreja, fue algo muy sobresaliente en la corrida de hoy en San Sebastián.

FICHA DEL FESTEJO.- Dos toros para rejones -primero y cuarto- de los herederos de Ángel Sánchez y Sánchez, reglamentariamente "afeitados" y de buen juego, con movilidad y temple, acudiendo a todos los terrenos.

En lidia ordinaria cuatro toros de "El Ventorrillo", el quinto como sobrero al ser devuelto el segundo y correrse turno, bien presentados pero con desigualdades.

En cuanto a juego el único que tuvo clase fue el segundo, el primero se movió con brusquedad y quinto y sexto más allá de la frontera de lo imposible.

El rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza: rejón bajo (ovación tras escasa petición); y pinchazo, rejón en el brazuelo, nuevo pinchazo, otro rejón y dos descabellos (silencio).

Antonio Barrera: pinchazo, estocada y descabello (ovación tras aviso); y estocada desprendida que escupe (silencio).

Alejandro Talavante: estocada corta (oreja con fuerte petición de la segunda); y dos pinchazos, estocada y dos descabellos (silencio).

La plaza tuvo dos tercios de entrada en tarde espléndida, llegando a lucir el sol por primera vez esta feria por la abertura de la cubierta.

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GRANDE TALAVANTE

Funcionó el número del caballito, como se le ocurrió bautizar a este tipo de carteles -dos toreros de a pie y un rejoneador por delante- el ingenioso Antonio Díaz Cañabate, número uno del costumbrismo y las letras taurinas del siglo pasado. Pero funcionó sólo en la taquilla.

Porque se supone que hubo más personal de lo que viene siendo habitual gracias al rejoneador. Mas lo que queda es la decepción porque no le salieron las cosas. Una primera faena de más a menos, certero al clavar, sin embargo, sin el ajuste de otras veces. Preciso en banderillas, montando a "Manolete" e "Ícaro", pero sin el entusiasmo acostumbrado.

Y ya en el cuarto, con notables altibajos a pesar del esfuerzo con "Chenel", que quebró dos veces de frente para salir con limpieza y arrancar largo galope de costado. Demasiado fallón en otras intervenciones, el silencio final lo dice todo.

Pero la tarde tuvo un nombre concluyente, Alejandro Talavante, por la rotundidad y la brillantez de su primera faena. A un toro bueno, pero había que estar ahí. Siempre se ha dicho que el toro bueno descubre a los malos toreros. Y sólo el buen torero es capaz de encumbrarse en situación tan propicia.

Desde el planteamiento técnico a la interpretación, Talavante anduvo muy centrado. Dándole al toro sus ventajas, y para ello ordenando al picador de turno que le dosificara el castigo. No hubo prácticamente primer tercio, pero en la muleta se puso Talavante a torear sin probaturas previas, y arrancando por naturales.

Temple como arma infalible, y aplomo, para enganchar al toro por delante y llevarle "cosido" hasta muy atrás. Lo fundamental, intercalando las dos manos, tuvo mucha continuidad.

Una manera de compactar belleza y emoción, en los remates de dos series a derechas, con un cambio por detrás ligado al natural, y éste a su vez a uno de pecho cuando el círculo entre toro y torero parecía imposible por pura ley física. Sin espacio, el toque de muñeca, grácil y poderoso a la vez, lo resolvió todo.

Grande Talavante. Le pidieron las dos orejas con mucha fuerza, pero el presidente, quizás porque la espada no había entrado en toda su extensión, le dio sólo una.

Poco importa, porque esta vez oreja es igual a despojo, y más que el reconocimiento, la faena es lo que queda. Ése es el triunfo de Talavante.

En el otro, el toro que cerró el festejo, "midiendo" y sin pasar, fue imposible. Talavante lo mató sin agobios, que no es poco.

Inviable resultó el lote de Antonio Barrera. Aparentó mejor el primero, no obstante, sin llegar a entregarse, quedándose muy corto y "metiéndose" por los dos pitones.

El esfuerzo de Barrera fue considerable y muy sincero. Firme y valiente, muy capaz para estar ahí. Y lejos de descomponerse, luciendo también la arrogancia de que quien resuelve en situación tan difícil. tanto que si llega a meter la espada a la primera le hubieran pedido el trofeo con mucha fuerza.

El quinto no quería, y cuando se echaba para adelante lo hacía con brusquedad. El mérito de Barrera otra vez fue intentarlo, hasta con un arrimón a todas luces imposible.

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