Tcherniakov diseña un tiempo y un espacio nuevos para "Don Giovanni"

  • Concha Barrigós.

Concha Barrigós.

Madrid, 2 abr.- El Real estrena mañana la versión "definitiva" del ruso Dmitri Tcherniakov sobre "Don Giovanni", de Mozart, en la que cambia tiempo, espacio y parentescos para ahondar en una obra de lúcido pesimismo sobre el amor y la libertad que requiere a un espectador "avezado" para bucear en sus recovecos.

Tcherniakov, por encargo del intendente del Real, Gerard Mortier, estrenó este montaje hace tres años en el Festival de Aix-en-Provence, coproductora del mismo junto al Teatro Bolshoi de Moscú -donde ha estado dos años en su repertorio- y la Canadian Opera Company de Toronto.

"Cada vez que retomo la obra, las cosas en las que había dudas se van aclarando y se van quedando las más convincentes. En Aix había cosas que no me quedaban claras ni a mí mismo", ha reconocido en rueda de prensa el director de escena, que es además el escenógrafo y el figurinista del montaje.

Tcherniakov (Moscú, 1970) ha reconocido que no fue "fácil" poner en escena su idea sobre "Don Giovanni" y que, una vez superadas las "dudas" que le suscitó en su preparación y en sus sucesivos estrenos, trae ahora a Madrid "la versión definitiva".

El mayor placer, asegura, lo obtendrán los espectadores que conozcan muy bien la obra, y quienes no la conozcan "tendrán que hacer un gran esfuerzo constante pero -promete- acabarán entendiéndola".

Consciente de ello, el ruso, que dirigió con un gran éxito el pasado diciembre en el Real "Macbeth", ha añadido "carteles explicativos" sobre las relaciones que él imagina que tienen los personajes de Lorenzo Da Ponte, con una doña Elvira (Ainhoa Arteta) "¡casada!" con don Giovanni, entre otras osadas novedades.

"Ainhoa es una mujer con mayúsculas. Lo entiende todo muy bien. No canta en automático, pregunta todos los detalles y se ha reído muchísimo cuando le he pedido que moderara su 'torrente'", la ha piropeado.

El director ha concentrado los dos actos -una hora y media cada uno- en un solo espacio: "Es como una pequeña obra de cámara porque ocurre en el salón de una casa burguesa contemporánea de cualquier país. No es Rusia aunque en Aix-en-Provence lo pensaran", ha bromeado.

Su don Giovanni no es el iniciador del mito de Don Juan, recalca, sino "el que acaba con él. Es una especie de resumen que lleva dentro todo lo que conocemos; un hombre ya cansado de su mucha experiencia".

El seductor es castigado al final pero, se pregunta, "¿cuál es su execrable crimen, a parte de matar al Comendador?. Muchos han hecho cosas peores y no tienen un final tan terrible. Ha abierto los ojos a muchas y a muchas ha hecho gozar. ¿El crimen es no haberle sido fiel ni siquiera a una?. ¿Entonces, por qué nos cae tan bien?".

En su propuesta, el irreductible libertino está aparte, porque así resalta que su propuesta ética incómoda a todos, por eso instala su concepto en el seno de una gran familia burguesa con varias generaciones.

Forman un mundo que se opone a don Giovanni, un forastero que tiene "la misión" de liberar a la gente de sus reglas pero la reacción es confabularse contra él para liberarse de su "venenosa" influencia.

El tiempo, limitado por Mozart y Da Ponte "a unos pocos días", es dilatado por Tcherniakov y entre escenas unos paneles detallan lo que ha ocurrido: "es una obra que lleva mucho dentro y es muy intensa. Hay que verla más de una vez", bromea de nuevo.

El argentino Alejo Pérez, que vuelve al foso del Real después de "Ainadamar, ha precisado que "no se trata de una labor de equipo porque es una coproducción que ya viene dada", y ha apuntado que "muchas veces" ha tenido que buscar "un punto intermedio" entre la propuesta y "lo que el cantante intenta decir".

"Ser capaz de proporcionar desde el foso un colchón psicológico para que sea una propuesta en un solo sentido. He tratado de aunar lo que hace cada cantante para que puedan construir los personajes, en un desafío muy rico e interesante", ha indicado sobre esta "gran obra inagotable".

Esta es la cuarta versión que encarga Mortier de esta "ópera de óperas", y cada una -Patrice Chereau y Michael Haneke firman dos de ellas- es "completamente diferente" a la otra.

"Hay un don Giovanni en cada uno de nosotros", afirma Mortier, que estudia desde hace 40 años la partitura y el libreto "sin terminar de descubrir" todos sus recovecos.

Las protagonistas femeninas, ha detallado, son Mojca Ederman (Zerlina); Christine Schäfer, la doña Anna "ideal" por su coloratura, y Ainhoa Arteta, una doña Elvira "apasionada y dramática", a la que convenció para que la cantara por primera vez y se dejara de "tanta 'Tosca'" porque no existen "tantas" capaces de hacer ese papel bien y para su voz es un progreso enorme".

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