Tirant, Ausiàs March, Garcilaso, Stevenson y Agatha Christie, en su canon

  • El filólogo e historiador Martín de Riquer, fallecido hoy en Barcelona a los 99 años, tenía en su canon literario una mezcla de literatura erudita y clásica como el "Tirant lo Blanc", Ausiàs March o Garcilaso de la Vega con autores más populares, como Robert L. Stevenson o Agatha Christie.

Barcelona, 17 sep.- El filólogo e historiador Martín de Riquer, fallecido hoy en Barcelona a los 99 años, tenía en su canon literario una mezcla de literatura erudita y clásica como el "Tirant lo Blanc", Ausiàs March o Garcilaso de la Vega con autores más populares, como Robert L. Stevenson o Agatha Christie.

En un cuestionario que Riquer respondió a invitación del suplemento El Cultural de El Mundo en 2007, proponía su particular canon literario, un ramillete de propuestas que suponen, de hecho, una invitación, o mejor, una iniciación a la lectura.

Preguntado por el mejor libro de caballerías, Riquer no duda: "El Tirant lo Blanc, y lo mismo opinaba Cervantes, que no tan sólo lo elogió como el mejor libro del mundo, sino que lo salvó de la hoguera".

Para el mejor poema de amor, el académico se decantó por el cancionero de Ausiàs March, que situaba al mismo nivel de Petrarca y Garcilaso; y como mejor poema épico se decantaba por "La Chanson de Roland", por haber inaugurado el género de los cantares de gesta.

Como lector, Riquer se sentía desafiado por las novelas policíacas de Agatha Christie, por la novela de aventuras por antonomasia de Stevenson, "La isla del tesoro", por la mejor novela psicológica que veía en "La Regenta" de Clarín, o por los relatos de Edgar Allan Poe, que creía la mejor literatura de fantasía.

A su juicio, la mejor biografía era cualquiera de las "Vidas paralelas" de Plutarco, fuente de inspiración, recordaba, de muchas de las tragedias de Shakespeare.

La mejor crónica o reportaje era la "Crónica" medieval de Ramón Muntaner, y consideraba la "Oda a Barcelona" de Verdaguer como la mejor obra sobre su ciudad natal.

Como buen desinteresado en la política en que se había convertido tras haber sido senador por designación real en las Cortes Constituyentes, Riquer consideraba que el mejor himno era el "Gaudeamus", un himno universitario europeo que, por estar en latín, unía a los estudiosos.

El académico respondía al ser preguntado por el libro más útil: "Un diccionario cualquiera, que sea bueno, que sirva no sólo para comprender la lengua, sino también para escribir bien".

Y el gran cervantista que era tenía como mejor frase de Cervantes aquella en la que presentaba Barcelona como "archivo de la cortesía, albergue de los extranjeros, hospital de los pobres, patria de los valientes, venganza de los ofendidos y correspondencia grata de firmes amistades, y en sitio y en belleza, única". EFE.

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