Tron: Legacy pide a los hackers que cambien el mundo

  • El filme, protagonizado por Jeff Bridges y Garrett Hedlund, es una cinta de acción en 3D, que aboga por que los informáticos tomen el poder económico.
Tráiler 'Tron: Legacy'
Tráiler 'Tron: Legacy'
lainformacion.com
Julio Vallejo / Aviondepapel.tv

"Tron: Legacy" aspira a convertirse en el nuevo "Avatar". La utilización de las tres dimensiones y las escenas de acción son el plato fuerte de la película, secuela de un filme de culto estrenado en los años ochenta.

Sin embargo, como ocurría en la película de James Cameron, donde el mensaje ecologista sobrevolaba todo el metraje, el filme de Joseph Kosinski también pretende ir más allá de la simple cinta de entretenimiento para ofrecer una peculiar moraleja destinada a los hackers: deben dejar sus actividades como piratas para tomar los controles de las grandes empresas y cambiar el mundo.

Acción con mensaje

Su protagonista, Sam Flynn (Garrett Hedlund), es un programador de 27 años que se divierte robando el sistema operativo de la empresa a la que perteneció su padre para colgarlo en Internet y que todo el mundo pueda descargarlo gratuitamente.

Su paso por el universo virtual que creó su padre, el protagonista de la primera parte de la saga, le hará tomar conciencia de la necesidad de implicarse de una manera seria en el mundo real.

Su progenitor le enseñará cómo sus intentos de crear una sociedad alternativa y utópica en una red digital se fueron pronto al traste. Lo único que consiguió fue que una entidad creada a su imagen y semejanza se convirtiera en un cruel dictador que ha realizado purgas entre los programas que habitan ese peculiar mundo.

Tras la experiencia en tan extraño universo, el chaval se dispondrá a tomar los mandos de la empresa que una vez despreció. En resumen, se dará cuenta que para cambiar nuestra sociedad hay que dejarse de sueños libertarios y hacerse con los mandos del poder económico. Increíble despliegue técnicoNo obstante, el discurso nunca está por encima de las escenas de acción y el apabullante despliegue técnico.

La integración de los actores y los elementos generados por ordenador resulta impresionante, así como las carreras de motos de luz o los duelos de discos. Sólo el peculiar método de rejuvenecimiento digital de Jeff Bridges no termina de funcionar. El resultado es demasiado frío y poco creíble, si lo comparamos con el maravilloso trabajo conseguido con el rostro de Brad Pitt en "El curioso caso de Benjamin Button",

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