Una mansada de Miura hunde la tarde en Valencia

  • Una mansa corrida de la legendaria ganadería de Miura, que lidiaba por primera vez en Fallas en su más de medio siglo de historia, dio al traste con el quinto festejo de la feria valenciana.

Paco Aguado

Valencia, 13 mar.- Una mansa corrida de la legendaria ganadería de Miura, que lidiaba por primera vez en Fallas en su más de medio siglo de historia, dio al traste con el quinto festejo de la feria valenciana.

FICHA DEL FESTEJO: Cinco toros de Miura y uno de Valdefresno, en segundo lugar, sustituto de un titular devuelto por inválido. Corrida bien presentada pero desigual de volúmenes y hechuras. En conjunto, encierro manso y desabrido, justo fuerzas y que se defendió con violencia.

Rafaelillo: estocada atravesada y cuatro descabellos (silencio); gran estocada (ovación).

Fernando Robleño: estocada desprendida (ovación); tres pinchazos, estocada tendida, tres descabellos, golletazo y dos descabellos (silencio, tras dos avisos).

Javier Castaño: dos pinchazos y descabello (silencio); pinchazo y estocada tendida (silencio).

Destacaron picando Juan Esquivel, Tito Sandoval y Juan Alfonso Doblado. David Adalid y Fernando Sánchez saludaron tras banderillear a tercero y sexto.

La plaza registró un tercio de entrada en tarde ventosa y fría.

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MANSOS Y VIENTO, MALA COMBINACIÓN

Los toreros siempre dicen que su principal enemigo no es el toro sino el viento. Cuando sopla fuerte, como hoy en Valencia, las muletas y los capotes dejan de ser una prolongación de su manos para convertirse en elementos incontrolados que impiden la precisión del toreo y aumentan el riesgo de estar delante del toro.

Si a esa dificultad del viento se añade la violenta y áspera mansedumbre de una corrida de Miura, una ganadería ya de por sí compleja, encontramos la perfecta combinación que tiró por tierra la tarde.

Tampoco hubo casta en esta segunda corrida de la "Feria de los encastes", sino un pésimo lote de "miuras" ante el que se estrelló la voluntad de tres toreros ya experimentados en las más duras batallas del ruedo.

A Rafaelillo le cupo en desgracia un primer toro que ya marcó el guión del resto del festejo, respondiendo a los cites con duros cabezazos que siempre intentó esquivar el murciano. Su segundo los pegó aún más fuertes y con más frecuencia, durante una faena de similar planteamiento que Rafaelillo remató de una gran estocada, en el que fue el momento de más brillo de su paso por Valencia.

Fernando Robleño se las vio para empezar con un sobrero de Valdefresno, que, sobre el papel, podría haber ofrecido un juego muy distinto. Pero el serio toro salmantino no desentonó con los otros cinco, pues manseó ya en banderillas para acabar aquerenciado en tablas renunciando a la pelea.

Antes de eso, mientras le dejó el viento, Robleño le instrumentó, con temple y gusto, los mejores muletazos de la tarde. Apenas media docena. El quinto fue el más violento de los cinco de la divisa sevillana, pues sus tornillazos sobrepasaron siempre la altura de su matador. Robleño lo lidió eficazmente, hasta que también éste se dio a la fuga al hilo de las tablas, dificultando muchísimo la suerte suprema y dando tiempo a que sonaran dos avisos.

Javier Castaño, que venía de cortarle tres orejas hace unos días en Castellón a toros de este mismo hierro, no tuvo opciones esta vez. Intentó dar espectáculo en los primeros tercios con su cuadrilla, poniendo de largo en varas a mansos que se dolieron del hierro y dejando lucirse con los palos, sin mucho sentido, a sus banderilleros. Pero después de eso, poco más.

El tercero se defendió también a cabezazos y el sexto, sin muchas fuerzas, sólo se empleó para violentarse cuando Castaño le pidió un mínimo esfuerzo tras la tela.

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