Una muestra captura el espíritu del surrealismo a través de la foto y el cine

  • Madrid.- El surrealismo halló en la fotografía y el cine un vehículo para sus propuestas y el resultado de aquella asociación puede verse ahora en "La subversión de las imágenes", una exposición que reúne en la Fundación Mapfre más de cuatrocientas piezas.

Una muestra captura el espíritu del surrealismo a través de la foto y el cine
Una muestra captura el espíritu del surrealismo a través de la foto y el cine

Madrid.- El surrealismo halló en la fotografía y el cine un vehículo para sus propuestas y el resultado de aquella asociación puede verse ahora en "La subversión de las imágenes", una exposición que reúne en la Fundación Mapfre más de cuatrocientas piezas.

La muestra, que podrá visitarse desde el próximo viernes hasta el 12 de septiembre, captura el espíritu del surrealismo en su forma "más genuina", ha destacado hoy en la presentación el director general del Instituto de Cultura de la Fundación Mapfre, Pablo Jiménez Burillo.

Organizada en colaboración con el Centro Pompidou de París, la exposición recorre los primeros veinte años del surrealismo a través de los grandes nombres de este movimiento, surgido en 1924 bajo el liderazgo de André Breton.

Con 300 fotografías, entre las que figuran algunas de las más emblemáticas del siglo XX -como "El violín de Ingres", de Man Ray-, un centenar de documentos y una decena de películas, "La subversión de las imágenes" revela la estrategia de un movimiento que consideraba que "para cambiar la vida había que cambiar la vista".

Como explicó hoy uno de los comisarios de la exposición, Clément Cheroux, los surrealistas perseguían una doble subversión. Por un lado, quisieron transformar la imagen; pero además buscaban subvertir mediante la imagen, es decir, "provocar un seísmo en la mirada" del espectador.

Los surrealistas "no querían hacer arte, sino plantear otra forma de ver la realidad" -ha recordado Jiménez Burillo-, y algunos de los representantes de este movimiento llevaron hasta la política su afán de subversión, respaldando los movimientos revolucionarios de la época.

La exposición reparte estas imágenes en nueve secciones, que comienzan con fotografías y películas con las que el grupo comandado por Breton reafirmó su identidad.

Por ellas se asoman Dalí, Giacometti y Magritte, y también puede verse a un juguetón Picasso contoneándose en una prueba cinematográfica rodada por Man Ray en 1937.

La ciudad, como lugar de encuentro entre "lo real, lo fortuito y lo maravilloso", es el escenario de las fotografías de Henri Cartier-Bresson y el origen de los grafitis de Brassaï que se exhiben en otra de las secciones destacadas de la exposición.

Las cámaras de los surrealistas encontraron un nuevo universo fantástico en las calles nocturnas, los escaparates y los maniquíes, que esconden escenas impactantes como la capturada por Eli Lotar: un hombre que mira un montón de vísceras en mitad de una acera desierta.

El surrealismo buscó una nueva mirada a través de los montajes fotográficos y collages y la exposición presenta una variada gama en la que figuran obras de títulos tan imposibles como la de Max Servais, "Al pasar echa a perder un trozo de sueño".

Ver con los ojos cerrados era la máxima actitud surrealista, que en esta muestra se plasma en los retratos de hombres y mujeres. Entre ellos, figura uno de Cartier-Bresson realizado en España en 1933 a un hombre que descansa tumbado en un banco de la calle con una mano sobre los ojos.

De la "belleza convulsiva" que persiguieron los surrealistas con sus imágenes dejan constancia las fotografías del cuerpo humano de Maurice Tabac, Raoul Ubac y Man Ray.

En el ideario del surrealismo, la cámara sustituye al ojo humano para captar una realidad inédita y sacar a la luz "mundos maravillosos" sepultados e invisibles a la mirada convencional.

El ojo humano se convierte en objeto en uno de los iconos del surrealismo, el "Ojo metrónomo", de Man Ray, a quien la exposición dedica una filmación.

El propio Man Ray se tomó la molestia de escribir las instrucciones para fabricar este objeto: "Recorte el ojo de una fotografía de alguien a quien haya amado, pero a quien no siga viendo. Fije el ojo al péndulo de un metrónomo y regule el peso para que siga el ritmo escogido. Déjelo en marcha hasta que ya no pueda soportarlo más. Con un martillo apunte bien para destruirlo de un solo golpe".

Contaba Man Ray que un obediente grupo de estudiantes destruyó literalmente este objeto en una exposición.

Carlos Gosch

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