Una museo revive ambiente del suicidio del presidente brasileño hace 60 años

Río de Janeiro, 23 ago. - El revólver con el que se suicidó el entonces presidente Getulio Vargas y el pijama que usaba el día de la tragedia se convirtieron en los objetos que más atrajeron la atención de los brasileños esta semana, cuando se conmemoran 60 años de una muerte que marcó la historia de Brasil.

Los objetos emblemáticos de la muerte del líder laborista y dictador, que se suicidó el 24 de agosto de 1954, están expuestos en la habitación en la que el jefe de Estado dormía en el Palacio de Catete de Río de Janeiro, la entonces sede de la Presidencia brasileña y hoy sede del Museo de la República.

El museo aprovecha los muebles y la decoración de hace seis décadas para intentar mantener preservado el ambiente en que el mandatario, con un disparo en el corazón, puso fin a su vida y lanzó a cientos de miles de personas a las calles para despedir al líder que creó los derechos de los que aún hoy disfrutan los trabajadores brasileños y por los que era conocido como "el padre de los pobres".

Además de escenario de una nueva película sobre Getulio Vargas y del lanzamiento de una nueva obra biográfica del líder en tres volúmenes, el Palacio de Catete es por estos días destino de visita de centenares de curiosos y de escolares que acuden acompañados por sus profesores para recorrer las estancias del edifico y comprender una parte de la historia del país.

El objeto de culto que más atrae miradas es el pijama de seda beige con rayas marrones que usaba el mandatario, considerado el presidente más importante en la historia de Brasil y el que más tiempo gobernó el país (casi 20 años), en el que puede ser visto el agujero dejado por la bala y que este año fue sometido a un tratamiento especial para garantizar su preservación.

"Getulio estaba acostado, con medio cuerpo fuera de la cama. En el pijama de rayas, en un agujero chamuscado de pólvora un poco abajo del monograma GV, casi a la altura del corazón, brotaba una mancha roja de sangre. El revólver Colt calibre 32, con cacha de madreperla, estaba caído próximo a su mano derecha", según se describe la histórica escena en la nueva biografía.

La habitación, ubicada en la segunda planta del Palacio de Catete, también ofrece al visitante otros objetos dignos de su atención como la carta de despedida de Vargas en la cual menciona a los "enemigos de la nación" como uno de los motivos de su suicidio o las notas de la última reunión ministerial a la que acudió.

"Serenamente doy el primer paso en el camino hacia la eternidad y salgo de la vida para entrar en la historia", escribió Getulio Vargas en su carta-testamento que es considerada profética.

Además de la habitación en que ocurrieron los hechos, el Museo de la República también conserva las salas donde el equipo de gobierno de Vargas se reunía para tomar decisiones, así como los comedores o la sala que servía como recibidor principal para los invitados oficiales.

Las estancias del Palacio se mantienen en una gran estado de conservación, a diferencia de varios otros espacios históricos reconvertidos hoy para la visita de turistas y curiosos en Río de Janeiro.

Otro de los atractivos que alberga el museo es una exposición que recoge e ilustra la historia de la República brasileña, en la que se encuentran objetos e imágenes que retratan la evolución de la democracia del país.

Una muestra de la importancia que tiene en Brasil la conmemoración del 60 aniversario de la muerte del político es la película estrenada este año llamada "Getulio Vargas; últimos días de un presidente", que muestra el último período de su gobierno.

La primera vez que Vargas llegó a la Presidencia de Brasil fue durante la "revolución de 1930", la cual lideró y que finalizó con un golpe de Estado con el que fue derrocado el entonces presidente, Washington Luis.

En 1945 otro golpe de Estado puso fin al período de quince años en que Getulio Vargas gobernó el país, en los últimos años como dictador, pero el líder laborista y populista fue elegido presidente nuevamente en 1950.

Su nuevo mandato sólo fue interrumpido por un suicidio con el que reaccionó al desgaste político de su gestión y a las acusaciones que lo implicaban en el atentado contra el periodista Carlos Lacerda, uno de sus mayores críticos.