Vitoria se rinde ante Sonny Rollins en el cierre de su Festival de Jazz

  • Con la energía de sus ochenta y un años, una buena banda y una música exquisita, el saxo tenor de Sonny Rollins ha cerrado brillantemente esta noche el Festival de Jazz de Vitoria.

Pablo Madariaga

Vitoria, 21 jul.- Con la energía de sus ochenta y un años, una buena banda y una música exquisita, el saxo tenor de Sonny Rollins ha cerrado brillantemente esta noche el Festival de Jazz de Vitoria.

Resulta difícil al principio entrar en un estilo como el bop que hoy resulta tan clásico. Sin embargo al escucharlo de primera mano y por uno de sus miembros fundadores, merece la pena recordar la auténtica revolución que supuso en su momento, allá por los años cincuenta del siglo XX.

Sesenta años creando música, sacando discos y relacionándose con otros músicos no pueden definirse con una palabra ni con una frase. Sin embargo es obvio que Rollins quedó marcado por una generación como la suya, que incluye a John Coltrane, a Miles Davis o a Thelonius Monk, entre otros muchos. Con los tres coincidió en algún momento de la primera parte de su carrera.

Hoy ya sólo queda él, esperemos que por muchos años, porque sigue estando en plena forma. Esta noche ha habido pasajes de profundidad y belleza, siempre soportados en una sección rítmica muy sólida: Bob Cranshaw al contrabajo, Kobie Watkins a la batería y Sammy Figueroa en la percusión.

La primera parte, de una hora de duración, ha supuesto esa transición necesaria en un pabellón completamente lleno para adentrarse en el sonido del músico de Nueva York. Pero el ritmo del jazz ya se presentaba arrollador en "Proffesor Paul", el segundo tema que han interpretado. La guitarra de Peter Bernstein ponía el contrapunto al sonido del saxo y poco a poco todas las piezas iban encajando.

Cuando no toca, Rollins baila, a pesar de sus evidentes dificultades para desplazarse. Baila y escucha la música con gran concentración. Luego se acerca al centro del escenario, se pone a soplar, y todo cambia.

Después, "Why was I Born" y sobre todo una inconmensurable "D. Cherry", dos composiciones del propio Rollins, interpretadas en la segunda parte del festival, han silenciado al público y han llenado de melodías y ritmo a partes iguales el espacio compartido de Mendizorroza.

El concierto ha terminado con "Don't Stop The Carnival" y el músico bailando y tocando por el escenario, derrochando alegría y proximidad. Incluso ha formulado su deseo de volver, cuando se ha despedido de Vitoria.

El festival que hoy ha terminado ha tenido variedad y calidad pero sobre todo tres noches de lujo dedicadas a tres maestros: Gilberto Gil, Pat Metheny y finalmente Sonny Rollins. Tres músicos muy diferentes, pero qué fácil ha resultado pasar de uno a otro. Estaremos atentos a lo que se nos proponga en la próxima edición. EFE

pm/gcf

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