Abe dice que Japón "no puede prescindir" de la energía nuclear

Japón "no puede prescindir" de la energía nuclear, afirmó el primer ministro japonés Shinzo Abe en una rueda de prensa este jueves, víspera del quinto aniversario de la catástrofe de Fukushima.

"Nuestro país pobre en recursos no puede prescindir de la energía nuclear para asegurarse un suministro regular de energía, teniendo en cuenta consideraciones económicas y del cambio climático", dijo en pleno debate en el país sobre la reactivación de los reactores.

Tras un discurso de unos 15 minutos sobre los avances de la reconstrucción de la región devastada por un enorme tsunami el 11 de marzo de 2011, Abe respondía a preguntas sobre sobre la política nuclear, al día siguiente de que un tribunal ordenara parar dos reactores de otra central recientemente reactivados.

"La Autoridad de Regulación Nuclear consideró que estos reactores estaban en conformidad con sus normas de seguridad, que son las más estrictas del mundo, en base a criterios técnicos y científicos", insistió Abe, y agregó que "no había cambios" a este respecto.

Abe ya había dicho que la política del gobierno era autorizar la reactivación de "todos los reactores nucleares considerados seguros por esta instancia independiente".

Hoy hay 43 reactores nucleares potencialmente explotables en Japón (contra 54 antes del accidente de Fukushima), pero sólo dos están en funcionamiento. Otros dos (Takahama 3 y 4) fueron reactivados, total o parcialmente, pero la justicia obligó al operador a pararlos.

Abe prometió por otra parte un "compromiso pleno del Estado respecto a la cuestión del agua contaminada en la central de Fukushima" y para favorecer la recuperación la región.

La opinión pública se declara mayoritariamente opuesta a la reactivación de las centrales, según varios sondeos.

Japón, sexto emisor de gases de efecto invernadero, se comprometió a reducir sus emisiones en un 26% entre 2013 et 2030.

Para lograrlo, la energía nuclear deberá suministrar entre el 20% y el 22% de la electricidad, según los compromisos de Tokio. La proporción era de entre 25% y 30% antes del accidente de Fukushima.

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