CIENTÍFICOS ESPAÑOLES HALLAN PESTICIDAS EN EL INTERIOR DE LA ANTÁRTIDA

Investigadores españoles han encontrado contaminantes orgánicos persistentes (COP) procedentes de pesticidas en el interior de la Antártida, gracias a los datos recogidos por el proyecto Trineo de Viento en la expedición Acciona Windpowwered Antártica, realizada entre 2011 y 2012.
Los autores de la investigación son Jordi Dachs y Ana Cabrerizo, del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC), que han publicado un estudio en la revista ‘Atmosferic Environment’ después de recoger datos en el Trineo de Viento, un vehículo polar eólico comandado por el explorador Ramón Larramendi.
Las muestras de aire con POP, que se ‘bioacumulan’ en los seres vivos, fueron recogidos por el Trineo de Viento en la atmósfera de la Meseta Antártica desde los 73º Sur hasta el Polor Sur, mediante muestreadores pasivos que iban a bordo del vehículo eólico, que recorrió 3.500 kilómetros en 34 días.
Los investigadores recogieron las muestras en periodos de entre cinco y nueve días, que mantuvieron en dos bolsas de teflón, si bien también obtuvieron muestras en blanco. Los responsables de ese trabajo de campo fueron Juan Pablo Albar, científico ya fallecido, y Ramón Larramendi.
Los científicos detectaron entre 0,8 y 26 nanogramos de bifelinos policlorados (PPCB), compuestos que se utilizaron en el pasado como revestimiento en muchos aparatos eléctricos. También hallaron cantidades similares de hexaclorobenceno (HCB) y hexaclorociclohexano (HCH), que fueron utilizados como pesticidas también hace años.
Todos estos compuestos están prohibidos internacionalmente desde, cuando entró en vigor el Convenio de Estocolmo sobre los Contaminantes Orgánicos Persistentes. La investigación demuestra que, pese a su prohibición, los COP también han llegado a la región más remota de la Tierra desde sus fuentes de origen.
VEHÍCULO ÚNICO
La evaluación de las trayectorias de las masas de aire y el conocimiento actual de la circulación atmosférica sobre la Antártida sugieren que estos compuestos llegaron a la meseta antártica por la subducción de masas de aire de la troposfera libre. Las cantidades más bajas de contaminantes se observaron en las muestras del Polo Sur.
“Son las primeras medidas de estos contaminantes que se consiguen en el interior del continente antártico y demuestran que la contaminación, aunque sea a niveles bajos, existe en todo el planeta muchos años después de que el compuesto deje de ser utilizado. Los PPCB se utilizaron desde 1920 a 1970, aproximadamente, en grandes cantidades y están hasta en el lugar que se supone más impoluto. Sin el Trineo de Viento no habríamos tenido ocasión de contar con este material. Ésta ha sido nuestra primera experiencia de colaboración con este proyecto, una prueba para ver si podía ser de utilidad para nuestro trabajo. Ahora, con estos resultados ya publicados, esperamos que haya más colaboraciones en el futuro”, afirmó Jordi Dachs.
Por su parte, Ramón Larramendi indicó que el Trineo de Viento puede realizar trabajos científicos en lugares donde no sería posible de otro modo. “El coste de una expedición motorizada, transportando miles de litros de gasolina, haría inviable esa posibilidad y no existe otro vehículo como éste en el mundo capaz de moverse por ese territorio a un coste asumible y de forma eficaz y eficiente”, añadió.
El Trineo de Viento es un vehículo eólico único en el mundo diseñado por Larramendi que ya ha recorrido más de 18.000 kilómetros en el Ártico y la Antártida en una decena de expediciones. Consiste en una plataforma modular formada por rieles y travesaños con cuatro configuraciones diferentes que es capaz de transportar hasta 2.000 kilos de peso. Utiliza grandes cometas para moverse y se impulsa por el viento a grandes distancias. Se trata de una alternativa eficiente (grandes resultados a un coste bajo), sostenible (cero emisiones) y eficaz (fácil de manejar y reparar).

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