Colombia vislumbra paz con guerrillas, pero el camino se prevé difícil

Con el inicio de negociaciones con el ELN y cerca de sellar la paz con las FARC, Colombia vislumbra finalmente un futuro sin guerrillas, pero el camino para acabar con medio siglo de conflicto armado se prevé difícil.

El lanzamiento este miércoles de un proceso de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y el Ejército de Liberación Nacional (ELN, guevarista), en paralelo al que avanza desde hace más de tres años con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, comunistas), es "una buena noticia" y "un paso positivo", dijeron analistas a la AFP.

"Que este grupo quedara afuera (de la negociación) dejaba la paz coja. No se podía decir 'Colombia terminó su conflicto armado' sin incluir al ELN", dijo Angelika Rettberg, directora de la maestría en Construcción de Paz de la Universidad de los Andes.

El proceso con el ELN, alzado en armas desde 1964, al igual que las FARC, es "histórico" para los negociadores tras varios intentos fallidos.

Pero los obstáculos no son pocos en diálogos ensombrecidos por el secuestro, una práctica que Santos ha exigido a las guerrillas abandonar antes de sentarse a conversar, aunque ni el gobierno ni el ELN dijeron saber cuántos rehenes hay aún en poder de ese grupo rebelde.

"Abrir una mesa de negociación con una guerrilla que sigue secuestrando rompe con un consenso de que esa es una forma inaceptable", señaló Jorge Restrepo, director del centro de análisis del conflicto Cerac.

"Esto comienza con un ambiente caldeado en la opinión pública, con gente escéptica sobre la voluntad de paz de los grupos armados y encuestas que muestran una baja de apoyo al gobierno", señaló Rettberg.

Un 66% de los colombianos es pesimista frente al proceso de paz con las FARC, una de las cifras más altas desde el inicio del proceso y la popularidad de Santos está en su nivel más bajo. "Esta negociación empieza con menos respaldo político", dijo Restrepo.

También abre interrogantes el ELN, organización más política que militar y con una base social mucho mayor de los 1.500 combatientes que según el gobierno tiene.

"Es una guerrilla con grados altos de descentralización y autonomía de sus estructuras", explicó Ariel Ávila, de la Fundación Paz y Reconciliación, en un artículo este jueves en el diario El Espectador.

"No va a ser fácil", dijo el analista a la AFP. Y destacó la "complejidad" adicional que supone la exigencia del ELN de un proceso con participación popular.

"Puede generar expectativas que no se puedan cumplir", añadió de su lado Rettberg.

Según el politólogo Víctor De Currea, "lograr una participación efectiva de la sociedad" es uno de los principales desafíos, así como "resolver la amenaza del paramilitarismo".

Los paramilitares o milicias irregulares de derecha, surgidas en los años 1980 para combatir a las guerrillas y cuya desmovilización promovió el gobierno de Álvaro Uribe entre 2003 y 2006, siguen siendo invocadas por el ELN y las FARC como un riesgo de seguridad que compromete su propio desarme.

Las bandas criminales o "bacrim", surgidas de disidentes del paramilitarismo, "son la amenaza más grande del posconflicto", recordó Rettberg.

El tema de la violencia es crucial cuando en Cuba se debaten los términos de la desmovilización y la dejación de armas de las FARC.

"La negociación con el ELN debería comenzar por donde termina la de las FARC, es decir, negociando un cese al fuego bilateral y que el mecanismo de verificación internacional sirva para el ELN también", señaló Ávila.

Las pláticas con las FARC transcurren sin una tregua en el terreno, aunque la guerrilla declaró un alto al fuego unilateral, al cual el gobierno respondió suspendiendo los bombardeos.

Para Restrepo, "lo ideal sería que el ELN se sumara a un proceso de desescalamiento del conflicto, de manera que la violencia que ha ejercido de manera creciente desde 2013 no ponga en riesgo la negociación".

"Repetir el modelo de negociar mientras el conflicto sigue sería un error", consideró.

El proceso será "largo" y "muy probablemente" no termine antes de 2018, cuando Santos deje la Presidencia, opinó Ávila.

ad/rto/nn

Mostrar comentarios