Así evita Interior la radicalización de yihadistas dentro de las cárceles

  • La práctica habitual con los reclusos yihadistas no consiste tanto en disgregarles en distintas cárceles del territorio español, sino en evitar que mantengan relación con perfiles semejantes.

    Se insistirá en el control de las comunicaciones de "cara a prevenir eventuales incidentes y constatar los indicios de radicalización", como se ha hecho con el detenido hoy en la prisión de Valdemoro.

Así evita Interior la radicalización de yihadistas entro de las cárceles
Así evita Interior la radicalización de yihadistas entro de las cárceles
B. Barón
B. Barón

El ministerio del Interior ha puesto ya en marcha un plan de Estado para la "defensa social de España" ante la radicalización en las cárceles de los presos islamistas y también de los comunes, como el detenido hoy en la prisión de Valdemoro.

Así, el llamado 'Programa Marco de Intervención en radicalización violenta con internos islamistas' se va a aplicar a más de 200 internos, divididos en tres grupos: el A está formado por internos preventivos o condenados por actividades yihadistas que pueden reclutar; el B, con reclusos que no nesariamente están en la cárcel por terrorismo, pero se considera aconsejable controlarles ante las evidencias de se dedican a captar futuros muyahidines; y el C, con presos que cumplen condena o están preventivos por otros delitos, como narcotráfico, robos..., pero, por su perfil, son fácilmente radicalizables.

Cada grupo tendrá su programa concreto de reinserción y se contará con la ayuda de "imanes moderados" gracias al convenio existente entre Instituciones Penitenciarias con la Federación Islámica.

De esta manera, para los reclusos del A se va a poner en marcha "un tratamiento de carácter intensivo e individual y con suficiente continuidad temporal" donde el trabajo corresponde prácticamente en exclusiva a los funcionarios de vigilancia".

Con los grupos B y C se plantea un tratamiento conjunto aunque "se distinguen las tendencias a la captación y el proselitismo y los que son vulnerables y con riesgo". Este programa contempla "la posibilidad de emplear internos de apoyo musulmanes con elementos de protección que puedan contrarrestar aquellos factores de riesgo que presentan los internos objetos de tratamiento".142 presos juzgados el año pasado

Según la memoria de 2015 de Fiscalía de la Audiencia Nacional, 142 personas han sido juzgadas por terrorismo en un año, se han llevado a cabo más de 312 diligencias de investigación y el aumento de casos de terrorismo ha sido del 47%.

Además, en las prisiones en España hay actualmente un 50% más de presos relacionados con el terrorismo islamista de los que había el año pasado, es decir, 115 yihadistas.

“El ingreso en prisión supone la inmersión en un ambiente hostil donde el interno puede sentir la necesidad de formar parte de un grupo que le preste apoyo efectivo y seguridad física”, advierte el Ministerio del Interior en una circular distribuida en los centros penitenciarios.

Se establece que "especialmente hay que examinar las eventuales relaciones de algunos de los terroristas ingresados en prisión con personas con detenciones anteriores, con independencia de que hayan sido condenadas por terrorismo o por otros delitos". "Por tanto, hay que observar las comunicaciones y visitas con estas personas, las relaciones establecidas entre ellos o con terceros y las relaciones con otras formas de delincuencia organizada o terrorista", precisa.Separar a presos yihadistas y examinar sus relaciones con el exterior

En este sentido, el programa indica que "hay que estudiar las actitudes y comportamientos indiciarios de prácticas constitutivas de riesgo que no pueden ni deben pasar desapercibidos para la Administración Penitenciaria". Este plan otorga a los subdirectores de Seguridad de cada cárcel la función de coordinar toda la información que se recibe sobre los presos afectados y elaborar un informe cada semana "con las propuestas que consideren relevantes".

"Constatado con un razonable nivel de certeza que estamos en presencia de un recluso con una peligrosidad elevada, no resultará prudente su ubicación en módulos de respeto (donde los presos gozan de mayores cotas de libertad dentro de prisión) ni la autorización para el acceso a talleres y actividades fuera del departamento", prosigue el texto.

Por otro lado, la práctica habitual con los reclusos yihadistas no consiste tanto en disgregarles en distintas cárceles del territorio español como se hace con los etarras, sino en evitar que mantengan relación con perfiles semejantes. Para ello, según dicen, lo más común es separarles, pero en diferentes módulos de la misma presión.

Otro punto clave es el control de las comunicaciones de "cara a prevenir eventuales incidentes y constatar los indicios de radicalización" y se extrema "un especial cuidado en el control y evolución de los de los procedimientos de expulsión de los presos incluidos en el Programa, de forma que no se frustre su finalidad por decisiones de la Administración Penitenciaria".

Además, se hace hincapié en "el necesario conocimiento y reseña de textos, grabaciones u otros sistemas de almacenamiento de audio o vídeo que pudieran contener reflexiones o discursos de autores radicales". "No se autorizará la tenencia de estos materiales por favorecer el reclutamiento o la radicalización, procediendo también a la intervención de los mismos cuando se detecten en los registros o cacheos", zanja.

Por último, en cuanto al "control sobre el movimiento de sus cuentas de peculio", se pide indagar sobre "el origen de aportaciones cuando resulten llamativas, así como las extracciones para otros internos, ex internos o personas vinculadas con estos".¿Cómo detectar si un preso se está radicalizando?

Sabiendo que los islamistas radicales tratan de captar a presos comunes, se ha pedido a los funcionarios que estén especialmente atentos a aquellos que pueden resultar 'atractivos' a los yihadistas, entre los que destacan quienes han combatido en conflictos armados, como en Chechenia, Bosnia... Se ha solicitado, por ejemplo, que si se encuentra alguna cricatriz sospechosa, como de arma de fuego, el se fotografíe y se informe a la dirección.

"La alta concentración actual de internos musulmanes en los establecimientos penitenciarios, en especial los originarios del Magreb, favorecen las actividades de proselitismo y radicalización", afirman desde prisiones.

Respecto a los cambios de actitud, se señala como ejemplo a aquellos presos pasan de no rezar a hacerlo cinco veces diarias, murmuran las suras del Corán mientras trabajan y pasan obsesivamente las cuentas del tasbith (rosario musulmán). También empiezan a desarrollar un pequeño callo en la frente, consecuencia de la devoción con la que se golpean la frente contra el suelo al rezar.

Además, empiezan a mostrar un cierto desprecio por las normas. Así, si llaman a recuento y ellos están rezando, ignoran la orden, pese a que pueden ser sancionados por ellos.

Por otro lado, dejan de escuchar música y se limitan a oír cantos de textos islámicos, paran de consumir drogas y se niegan tan siquiera a estrechar la mano a mujeres. De igual manera, los presos se dejan crecer la barba, se rapan la cabeza, recortan sus uñas perfectamente, afeitan por completo su cuerpo o cuidan de que sus chilabas no rebasen los tobillos.

No solo eso: existen expresiones en el mundo musulmán, y que aunque no necesariamente están vinculadas al terrorismo, sí son utilizadas con un significado distinto al que tienen. Por ejemplo: 'boda' significa martirio, estar 'enfermo', vigilado por la policía, 'coger un taxi', irse a Irak, 'aceite de oliva', por explosivos...

Por último, se recomienda que se vigile especialmente la visita de los imanes, aunque reconocen que cada vez es más complicado por la falta de traductores especializados en dialectos de árabe como el shahmukhí o el pastún.Jóvenes, sin estudios y magrebies: así son los presos yihadistas en España

A pesar de estar diseminados por toda España y de no conocerse entre sí, una gran parte de los radicales islámicos comparten una serie de características que les distinguen del resto de presos comunes.

Así, la mayor parte están casados y con hijos, tienen poca formación, son de Argelia o Marruecos y no tienen antecedentes penales. Por otro lado, el 80 por ciento tienen edades comprendidas entre los 25 y los 35 años, es decir, se trata de personas jóvenes que, en muchos casos, son la primera generación de inmigrantes que llegan a España.

Además, el preso islamista español viste en la cárcel ropa de acuerdo con sus creencias islámicas, se dejan crecer la barba y llama la atención el perfecto estado de las uñas de sus manos, que pese a todo lucen callos, igual que en la frente, debido al rezo, una forma común de detectar a posibles radicalizados.

También portan un 'tasbih', un objeto parecido al rosario para dirigir sus oraciones. En sus celdas casi nunca falta un Corán y suelen estar decoradas con frases de ese libro sagrado para el Islam.

A la hora de hacer proselitismo en prisión, una de las actividades a evitar por parte de la Administración, estos presos nunca se interesan por personas que tengan largas condenas pendientes, sino por aquellos que cumplan penas no superiores a los tres años y que puedan salir libres pronto con instrucciones de continuar sus actividades radicales en el exterior, incluyendo alguna acción terrorista.

En la mayoría de los casos, los presos islamistas carecen de formación académica. A muchos de ellos se les puede considerar incluso analfabetos y la mayoría no habla español, sino árabe o francés.

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