Abdel Petitjean, un joven discreto fichado recientemente por radicalización

El segundo implicado en el asesinato del cura en Francia, Abdel Malik Petitjean, era, según sus conocidos, un joven "tranquilo" que frecuentaba la mezquita, y que entró hace poco en los radares de los servicios antiterroristas.

"No te preocupes. Todo va bien, duerme. Te quiero", es el último mensaje que este francés de 19 años envió con su celular a su madre. Tenía la misma edad que su cómplice Adel Kermiche y, como él, su familia tiene orígenes argelinos. Vivía en la turística localidad de Aix-les-Bains, en los Alpes franceses (este), a unos 700 km de donde perpetró el ataque.

Fue formalmente identificado este jueves como el segundo hombre implicado en el ataque del martes a la iglesia de Saint-Etienne-du-Rouvray (noroeste) donde fue degollado el cura Jacques Hamel, de 86 años.

Este asesinato fue reivindicado por el grupo Estado Islámico (EI) que difundió el miércoles un video con los dos hombres jurando lealtad a la organización yihadista.

Abdel Malik Petitjean, que aparece en las imágenes con una barba corta, obtuvo un diploma de comercial en 2015 y desde entonces trabajaba de forma temporal en el aeropuerto de Chambéry (este) o en una tienda.

Según su curriculum vitae, le gustaban las películas de ciencia ficción, los videojuegos, la música y el boxeo.

Kermiche se radicalizó desde hacía meses y fue detenido por haber intentado ir a Siria en 2015, mientras que Petitjean nunca había sido objeto de una condena por lo que sus huellas dactilares y su ADN no constaban en registros, lo que retrasó su identificación.

Sin embargo, los servicios antiterroristas franceses lo tenían fichado desde el 29 de junio por haber intentado viajar a Siria.

Además Petitjean tenía un gran parecido con la foto de un hombre sospechoso de preparar un atentado en Francia, difundida el 22 de julio a los servicios franceses tras una información procedente del extranjero.

En el barrio modesto donde vivía, los vecinos describen a Petitjean como un joven perfectamente normal.

En su apartamento, pocas horas después del registro efectuado por los servicios antiterroristas, su madre, Yamina Boukezzoula, no podía creer el miércoles la culpabilidad de su hijo.

"Es un buen francés. Es tierno. Conozco a mi niño, conozco a mi hijo, no está implicado para nada", afirmaba, antes de que se confirmara su vinculación en el asesinato del cura.

Nacido en Saint-Dié-des-Vosges (este) el 14 de noviembre de 1996, Abdel Malik Petitjean creció con sus dos hermanas en una familia recompuesta.

Frecuentaba la mezquita cerca de su barrio, según el presidente de la asociación que administra este centro de culto, que lo reconoció en el video difundido el miércoles.

"Lo apreciaba mucho. Nunca tuvimos problemas con él en la mezquita. Ninguna señal extraña, siempre sonriente... ¡Es increíble! Todos los fieles están conmocionados porque lo conocían por su amabilidad, su tranquilidad. Nunca vimos un signo de radicalización. ¿Qué pasó por su cabeza?", se pregunta Djamel Tazghat, el presidente de la asociación.

"Es difícil de creer. Estaba contra Dáesh" (acrónimo en árabe del EI), "no era nada radical", dice Hakim, de 17 años, que se presenta como un amigo suyo.

Su madre explicó que Abdel Malik le había contado el lunes que se iba en un coche compartido para ir a ver a un primo a Nancy (este).

El miércoles por la tarde, su madre todavía se aferraba al hijo que creía conocer y le dejaba un mensaje telefónico: "Malik, soy mamá, no sé dónde estás. Tengo una mala noticia. Llámame, la policía ha venido y está diciendo tonterías. Espero que no te haya pasado nada, hijo. Te quiero, te echo mucho de menos".

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