Ayer pensé que mi hijo se moría...

  • A Fatoumata Saye le ha cambiado la vida en dos días. Cuando ayer llegó a uno de los centros de nutrición que gestiona Acción contra el Hambre en Bamako (Mali) y nadie entendía su dialecto dogón, pensó que su hijo de 3 años se moría en sus brazos a causa de la desnutrición aguda severa que padece.

Raquel de Blas

Bamako, 18 abr.- A Fatoumata Saye le ha cambiado la vida en dos días. Cuando ayer llegó a uno de los centros de nutrición que gestiona Acción contra el Hambre en Bamako (Mali) y nadie entendía su dialecto dogón, pensó que su hijo de 3 años se moría en sus brazos a causa de la desnutrición aguda severa que padece.

Pero no fue así. Para su sorpresa, uno de los cooperantes locales que trabaja en la ONG es también de su región, la conocida como "el país Dogón", una zona habitada por la etnia que lleva el mismo nombre y declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1989.

Fue él quien hizo de traductor entre la madre y el personal sanitario, que diagnosticó al pequeño una desnutrición aguda severa, que en su caso se manifiesta en forma de "kwashiorkor", un estado caracterizado por la presencia de edemas en las extremidades y el vientre distendido.

Este es solo uno de los casos que hoy ha conocido de primera mano el equipo del programa "Carrusel Deportivo" de la Cadena SER, que se ha desplazado hasta la capital maliense para poner el broche final a la segunda edición de la campaña solidaria "Goles contra el hambre", desarrollada junto a la ONG para intentar erradicar el hambre en el mundo.

La misión de la ONG en Mali, abierta en 1996, trabaja combinando intervenciones de emergencia, principalmente en el norte del país, con proyectos de rehabilitación con un enfoque integrado de seguridad alimentaria, nutrición y agua, saneamiento e higiene para promover en las comunidades de la capital y en las bases de Kita, Gao y Bamamba.

Así, las "mama rele" van casa por casa midiendo el perímetro braquial de todos los niños menores de cinco años con una cinta impresa con diferentes colores para determinar sí padecen desnutrición severa (rojo), están en riesgo de sufrir desnutrición (amarillo) o si están sanos (verde).

Los niños desnutridos son derivados al centro de salud de referencia, donde se mide su peso y su estatura y el perímetro braquial de nuevo, pero esta vez con una cinta graduada para controlar el avance de su recuperación (si es inferior a 125 milímetros, la vida del niño corre peligro).

Al tiempo que el trabajador sanitario realiza la evaluación clínica y elabora el historial médico, a los niños se les hace una prueba de apetito, y los que no la pasan o presentan complicaciones médicas, son derivados a un centro de estabilización en el que quedan ingresados (alrededor de un 20 % de los casos).

Los pequeños hospitalizados reciben tratamiento las 24 horas del día y son alimentados con una leche terapéutica, mientras que para los que han superado la prueba se facilita a sus cuidadores alimento terapéutico para consumir durante una semana. Una vez transcurrida, vuelven para controlar su estado.

Según ha explicado a Efe la doctora Coulibaly, responsable del centro de salud Senou, en la zona norte de Bamako, este año se han multiplicado por tres los casos de desnutrición en comparación con el año pasado por estas fechas.

Y ello se debe a que se ha adelantado un par de meses el "soudure", período de escasez de alimentos que transcurre desde que se agotan las reservas de alimentos de la cosecha principal (hacia junio) y hasta que se recoge la siguiente (septiembre), y que Mali, al igual que el resto de países del Sahel, sufre todos los años.

Los casos de desnutrición aguda severa, como el de la hija de Fatoumata, son tratados en Ureni, un centro de recuperación del que dependen los otros centros de salud y en el que esta madre permanece "con mucha dignidad" y "agradecida" al pie de la cama en la que su hijo se recupera.

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