"Hay 48 muertos y más de 100 heridos, entre ellos mujeres y niños. No está claro quién llevó a cabo el atentado. Nadie se ha atribuido la responsabilidad", dijo el jefe del departamento de investigación criminal de la ciudad, Mohamad Zahir, que añadió que la cifra podría incrementarse.
Afganistán ha vivido tradicionalmente tensiones y violencia entre suníes y chiíes, pero desde la caída de los talibanes el país no ha registrado la escala de atentados que han causado problemas en el vecino Pakistán.
La bomba, colocada a mediodía en un santuario situado junto a un río, en el centro de Kabul, parece establecer un nuevo y sombrío precedente.
Poco después, explotó una bicicleta bomba cerca de la principal mezquita de la ciudad norteña de Mazar-i-Sharif, matando a cuatro personas e hiriendo a otras 17.
Las calles de la ciudad estaban llenas de gente celebrando el Ashura, pero no estaba claro de inmediato si el ataque tenía como objetivo fieles chiíes.
No fue posible contactar de inmediato con portavoces talibanes para comentar el atentado.
La fiesta chií del Ashura marca el martirio del nieto del profeta Mahoma, Husein, en la batalla de Kerbala, en Irak, en el año 680.
Se trata de la principal fiesta del calendario chií, cuando las grandes procesiones son vulnerables a atentados integristas. Pakistán ha desplegado decenas de miles de paramilitares y policías durante el Ashura.
Entre la mayoría suní de Pakistán y activistas de la minoría suní ha habido sangrientos enfrentamientos desde hace décadas.
La violencia sectaria se ha intensificado desde que extremistas suníes estrecharon lazos con Al Qaeda y con los insurgentes talibanes de Pakistán después de que este país se uniera a la campaña estadounidense contra el extremismo tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.
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