Cientos de personas confían en el retorno de desaparecidos en Himalaya indio

  • Dos semanas después de las lluvias monzónicas que devastaron algunos de los puntos de peregrinaje más importantes del norte de la India cientos de personas esperan a día de hoy el retorno de sus familiares desaparecidos.

Igor G. Barbero

Rishikesh (India), 28 jun.- Dos semanas después de las lluvias monzónicas que devastaron algunos de los puntos de peregrinaje más importantes del norte de la India cientos de personas esperan a día de hoy el retorno de sus familiares desaparecidos.

Los carteles con fotografías de peregrinos son omnipresentes en la estación de autobuses de Rishikesh, ciudad del estado de Uttarakhand a la que han llegado en las últimas jornadas parte de las 90.000 personas que han sido evacuadas por aire o tierra desde las áreas inundadas.

Los nombres de los afortunados que sí han regresado, inscritos en largas listas en papel, se mezclan en las fachadas con los retratos de aquellos desaparecidos sobre los que se buscan noticias.

"Mi hermana y su esposo fueron a visitar el templo. Ella solía hacer peregrinajes de este tipo cada dos o tres años, era muy religiosa. Estaban de camino a Kedarnath pero la última vez que contacté con ella fue el 16 de junio", explica a Efe con mirada perdida Rajiv Bansal.

Kedarnath, una localidad situada a más de 3.500 metros de altitud en el Himalaya, alberga un importante templo hindú en honor al dios Shiva que es visitado por decenas de miles de personas en estas fechas.

Los estragos de las inundaciones han sido especialmente severos en este valle, donde se cree que han perecido tres cuartas partes de los cerca de 800 muertos contabilizados hasta el momento por las autoridades.

"Cada día voy al cuartel de la policía de Rishikesh, a la estación de autobuses, al aeropuerto de Dehradún. Llevo 12 días haciéndolo y continuaré así hasta que tenga noticias", asegura Bansal.

Pero es probable que no las tenga. El Ejército ya ha dado por finalizadas las operaciones de rescate y evacuación en esa zona.

"Hemos barrido todo el lugar desde el aire y algunos equipos se han desplazado sobre el terreno. Nunca se puede descartar que quede alguien con vida pero en principio hemos hecho todo lo que podíamos", afirma a Efe Rajesh Isser, comandante de las Fuerzas Aéreas de la India al cargo de la operación en Uttarakhand.

Isser admite que muchas personas estarán "sepultadas bajo el lodo" o "habrán sido arrastradas por la corriente. Es imposible estimar el número de muertos".

Una fuente de la administración regional calcula a Efe que la tragedia habrá causado al menos 2.500 fallecidos y algunos expertos van incluso más allá y hablan de hasta 10.000 víctimas mortales.

"Será complicado distribuir las ayudas pues muchos cadáveres no se han encontrado", razona a Efe BVRC Purushottam, jefe administrativo del distrito de Dehradún, centro neurálgico de las operaciones de evacuación.

Las autoridades indias han comenzado esta semana a incinerar cadáveres que, según el comandante militar, estaban "en descomposición" y de los cuales se toman muestran de ADN y fotografías para que luego puedan ser identificados por las familias.

Y mientras el panorama es desolador para muchos, otros se aferran a la esperanza, pues en algunos lugares todavía no se ha completado la evacuación y los afectados esperan en campos de acogida en las montañas a que un helicóptero les lleva a territorio seguro.

"Mi madre había abandonado ya Kedarnath. Sé que en su grupo de 28 personas, cuatro han muerto y 11 han sido rescatadas. Otras 12 se encuentran en paradero desconocido", cuenta el joven rajastaní Hemand Sharma.

"Desde hace dos semanas no he contactado con ella pero los que estaban con mi madre y que han regresado aseguran que está con vida y hay informaciones de que en la jungla permanece gente. Solo puedo esperar", subraya.

Otros como el guyaratí Joshi Naresh aguardan con mayor tranquilidad. En su caso, sus padres están simplemente incomunicados en la localidad sagrada de Badrinath, donde quedan unos 2.500 peregrinos por ser evacuados, ya sea a través de las dañadas carreteras o por aire.

"Sé que están a salvo, les está llegando comida y hablo todos los días con ellos. Lo único que me preocupa es que tienen la tensión muy alta y no están tomando sus medicamentos. Pero que eso sea todo", reza.

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