La cremación de los restos mortales y esparcir las cenizas no es obstáculo para superar el duelo

La cremación de los restos mortales y esparcir las cenizas no es obstáculo para superar el duelo
La cremación de los restos mortales y esparcir las cenizas no es obstáculo para superar el duelo
EUROPA PRESS
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El hecho de proceder a la cremación de los restos mortales de un ser querido y esparcir sus cenizas no es un obstáculo para superar el duelo porque, al final, lo que debe permanecer es el recuerdo de esa persona fallecida. Con ese propósito pueden ser de utilidad rituales como ir a visitar el lugar en el que se han derramado las cenizas, depositar flores u otras cosas como, por ejemplo, tener una foto del fallecido.

Así lo ha hecho saber a Europa Press la psicóloga Emilia Martínez Saura, quien aclara que recordar a una persona "no significa tenerla en un lugar en concreto, ni siquiera en cenizas, sino tenerla presente en tu vida", en referencia a la recomendación del Vaticano, que prefiere la sepultura a la cremación y prohíbe conservar cenizas en casa o lanzarlas al aire y el mar.

"Echar las cenizas en un sitio también es un símbolo que recuerda a la persona, y permite ir luego a visitar el lugar, lo que ayuda a sobrellevar el duelo", explica Martínez Saura que pertenece al Grupo de Envejecimiento del Colegio Oficial de Psicólogos de la Región de Murcia.

En este sentido, Martínez advierte que, en ocasiones, se producen situaciones de duelos patológicos de gente que mantiene las casas tal y como estaban cuando vivía la persona fallecida y en las que no consienten que se toque nada, como si fuera un "santuario". Este comportamiento, según la psicóloga, tampoco es saludable porque quiere decir que no se ha cerrado el duelo y no se ha aceptado que esa persona "ya no ocupa un lugar en tu mesa".

Los psicólogos detectan que un duelo es patológico cuando la persona se "desmorona" al hablar del ser querido cuando han transcurrido dos años desde su fallecimiento. "No es que se pueda emocionar, algo que puede suceder, sino que no son capaces de narrar lo que ha pasado sin mantener un cierto control sobre sí mismo", explica Martínez.

LOS SÍMBOLOS, UNA FORMA DE ENFRENTARSE AL DUELO

A este respecto, Martínez ha destacado que la muerte es algo que es "natural" y que forma parte del ciclo de la vida, pero lamenta que "nadie nos prepara para afrontarlo", porque se trata de un tema "tabú". De hecho, compara el duelo con otras pérdidas que cualquier persona puede sufrir a lo largo de la vida.

La única forma de enfrentarse al duelo, según esta psicóloga, es "aceptando la situación como algo que forma parte de nuestra vida y sabiendo gestionar los sentimientos que afloran, como echar de menos a una persona y la añoranza". El objetivo es saber transformar ese sentimiento en un "bonito recuerdo".

Una de las estrategias para afrontar el duelo son los símbolos como, por ejemplo, el hecho de llevar flores al cementerio o visitar la tumba, ya que son técnicas que "ayudan a cerrar la herida" y tomar conciencia de que esa persona no está.

Aunque mucha gente considera que no hablar de los allegados fallecidos es algo bueno porque no experimentan de nuevo la sensación de pérdida, Martínez lo desmiente. "Recordar a las personas que han fallecido y no tener miedo a hablar de ellas también es una forma de afrontar esa pérdida", añade.

"Realmente hay que llorar a las personas que echamos de menos y hay que saber afrontar esa situación aceptando que los sentimientos están ahí y que la pérdida se ha producido y que necesitas expresarlo porque no quieres olvidar a esa persona que has perdido", subraya esta profesional.

Martínez remarca que los símbolos no son "buenos ni malos", sino que dependen de lo que aporten a cada persona. Por ejemplo, explica que hay personas de determinada edad, que han vivido esa práctica como tradición y llevar a cabo los rituales "les ayuda a recordar y a tener presentes a ese familiar".

"Los símbolos y las cosas que aportan un significado siempre son buenas, pero a cada persona le proporcionan una cosa diferente", señala Martínez. Aunque esta psicóloga trabaja con personas mayores que son muy "devotas" de esos rituales, admite que se trata de prácticas que "se están perdiendo" porque la gente joven "no participa de ellas".

En este sentido, insta a ser conscientes de que aceptar las emociones "es bueno", y cita como referencia a la psiquiatra suiza, Elisabeth Kübler Ross, que dijo que casi todas las personas que están en un duelo pasan por cinco etapas y van cambiando sus emociones: la negación, la ira, la negociación y la depresión hasta llegar a una aceptaci

Martínez explica que casi todas las fases del duelo se producen en un mismo día, aunque la ira es la que más predomina. "La gente, cuando tiene una pérdida, está enfadada, niega la situación y piensa que eso no ha ocurrido". La negociación sobreviene cuando, a veces, crees que hay alguna solución y, por ejemplo, tratas de pedir a los médicos que hagan algo. En tercer lugar, las personas suelen deprimirse.

Para que se produzca la aceptación, Martínez explica que lo principal es encontrar sentido a la vida, con nuevas cosas que hacer, nuevas perspectivas e ilusiones. "Cuando una persona ha tenido una pérdida importante tiene que saber resituarse en la vida y emplear el tiempo que dedicaba a esa persona fallecida en otra actividad que le produzca satisfacción y que le dé sentido a la vida", precisa.

No obstante, explica que las personas también tienen que encontrar un "hueco" al fallecido y que sirva de recuerdo, dando sentido a la vida del finado.

EL DUELO EN LOS NIÑOS

Por otra parte, Martínez reconoce que la pérdida de un ser querido para un niño es "bastante traumático" y, en estos casos, el duelo se gestiona a través de cuentos e historias.

Por ejemplo, Martínez explica que hay un cuento especialmente indicado para estas situaciones titulado 'Así es la vida', escrito por Ana-Luisa Ramírez y Carmen Ramírez, en el que se relatan una serie de desgracias para hacer entender que, a veces, en la vida las cosas "no salen como habíamos imaginado y no son tan maravillosas".

Este cuento hace un repaso de todas las pérdidas que una persona puede tener en la vida, incluida la muerte. "Hay muchos más cuentos especializados, y se utilizan mucho con los niños para que entiendan lo que es la vida".

No obstante, Martínez señala que se suele pensar que los niños son el colectivo más vulnerable frente a la muerte y el que menos puede entender la pérdida pero su reacción suele sorprender porque "responden con bastante naturalidad". Lo importante, añade, es "dejarles que expresen el duelo, la tristeza y que echan de menos a alguien sin miedo a llorar o a mostrar emociones".

De la misma forma, destaca que lo importante es dejarles espacio para que puedan comunicarse porque, a veces, se les intenta entretener para desviar su atención de la desgracia. "Es importante que el niño sepa que puede hablar con alguien de ese tema y llorar: es importante que la gente exprese las emociones como se producen".

Al igual que las personas mayores, hay que dotarles de un sentido a la pérdida, diciéndoles que a la vida "venimos, tenemos un tiempo y luego nos vamos todos". Lo mejor, añade, es tratarlo como algo normal y natural que le pasa a todos los seres vivos.

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