Egipto abraza las tradiciones en el primer ramadán tras la revolución

  • El Cairo.- El uso de las redes sociales como Twitter o Facebook se ha extendido como la pólvora en Egipto, pero en el primer ramadán tras la revolución los egipcios abrazan figuras tradicionales de estas fiestas como el personaje del "misaharati".

Egipto abraza las tradiciones en el primer ramadán tras la revolución
Egipto abraza las tradiciones en el primer ramadán tras la revolución

El Cairo.- El uso de las redes sociales como Twitter o Facebook se ha extendido como la pólvora en Egipto, pero en el primer ramadán tras la revolución los egipcios abrazan figuras tradicionales de estas fiestas como el personaje del "misaharati".

En Giza, en el oeste de El Cairo, el golpeteo rítmico del tambor y las canciones infantiles preceden cada noche la llegada de Ahmed Abd el Hamid, el "misaharati", encargado desde hace siglos de despertar a los fieles para el "suhur", la última comida antes del ayuno.

Una decena de niños y otros tantos adultos le esperan sentados frente a un portal y, a su llegada, los mayores le dan algunas libras para que componga rimas y canciones con los nombres de sus hijos.

"Levántate tú que estás dormido, quítate el sueño, ¡ya estamos en el mes del ayuno! ¡Levántate Zainab! ¡Levántate Ahmed!", entona ante el regocijo de los más pequeños, que le siguen de portal en portal.

"El trabajo del 'misaharati' es una costumbre egipcia antigua", contó a Efe Abd el Hamid, que agregó que "está vinculada a un momento en el que no había ni internet, ni teléfonos móviles, ni relojes".

A pesar de que ahora los despertadores y la costumbre de pasar la noche en vela hacen que el "misaharati" no sea imprescindible, Abd el Hamid, que de día trabaja en un comercio y se comunica con sus amigos por el móvil y las redes sociales, insistió en la importancia de conservar la tradición.

"Mi padre me transmitió esta herencia, yo le acompañaba cuando tenía siete años", recordó antes de afirmar que "el trabajo del 'misaharati' es un arte, cuando hace su trabajo la calle se convierte en un escenario de teatro enorme".

Para Abd el Hamid es muy importante que "la gente esté dispuesta a mantener y proteger las costumbres antiguas, porque el ramadán, y concretamente en Egipto, tiene ritos especiales que no existen en ningún otro sitio".

En el barrio de Saida Zeinab, en el centro de El Cairo, decenas de personas aprovechan estas últimas noches de ramadán para reunirse en los cafés y los restaurantes callejeros, y comer los últimos alimentos antes del comienzo del ayuno a la luz de los "fanus", los faroles de colores típicos del ramadán.

"Hay días que salimos con la familia y otros días con los amigos, pero en ramadán de noche siempre estamos en la calle", aseguró el joven Mahmud Mohi, antes de agregar que esta época del año "es para estar fuera, porque es donde pasa todo".

Las calles de este barrio cairota bullen de actividad, y al ir y venir de los vendedores ambulantes tocados con los tradicionales fez de estilo otomano se le añaden las carreras de los camareros que, sujetando la bandeja en alto, reparten la comida a toda velocidad intentando no derramar nada.

En un café próximo, un grupo de niños armados con un teléfono móvil con cámara de fotos retrata entre risas a un hombre mayor que lleva un turbante blanco, viste una túnica del mismo color y fuma sin descanso una "shisha", la característica pipa de agua.

"Es el 'sheij' del café, viene aquí cada noche", explicó el camarero utilizando el término que en el mundo árabe sirve para designar de forma respetuosa a las personas mayores.

Mientras el camarero espanta a los niños, tres hombres de avanzada edad interrumpen su conversación sobre las últimas noticias que han llegado de Siria y Libia para expresar su perplejidad ante la habilidad de los pequeños para manejar el teléfono móvil.

"Los egipcios somos gente valiente, gente brava, pero todavía no entiendo cómo hemos hecho la revolución utilizando la tecnología, no tengo ni idea de lo que es el Facebook", observó uno de ellos, Sirad Zaki, mientras sus compañeros de mesa asentían pensativos y sorbían en silencio sus "shishas".

Laura Millan Lombraña

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