El 50 por ciento de los hijos de los inmigrantes se sienten españoles

  • Casi el 50 por ciento de los inmigrantes de segunda generación, jóvenes nacidos en España de padres extranjeros o traídos al país antes de los 12 años, se sienten españoles, lo que demuestra que el proceso de integración social y cultural es lento pero constante y gradual.

Madrid, 13 may.- Casi el 50 por ciento de los inmigrantes de segunda generación, jóvenes nacidos en España de padres extranjeros o traídos al país antes de los 12 años, se sienten españoles, lo que demuestra que el proceso de integración social y cultural es lento pero constante y gradual.

Así lo desvela la Investigación Longitudinal sobre la Segunda Generación en España, elaborada por el Instituto Universitario Ortega y Gasset y la Universidad de Princenton, según la cual el sentimiento de integración de los hijos de los inmigrantes que llegaron a España en los 90 ha pasado de un 28,7 por ciento en 2008, al 48,3 por ciento en 2012.

En concreto, hay diferencia entre los que nacieron en España -el 80 por ciento de los cuáles se sienten más integrados- y los que llegaron a edades tempranas.

Entre estos últimos, el colectivo que más se identifica con el país son los filipinos (un 70 por ciento), seguidos de los búlgaros (65 por ciento). Los que menos, los bolivianos y los chinos (cada uno el 35 por ciento).

Para los autores del estudio, Alejandro Portes y Rosa Aparicio, otra evidencia del avance del proceso de integración es el hecho de que prácticamente la mitad de los hijos de los inmigrantes tienen una mayoría de amigos cuyos padres son españoles.

Una tendencia, precisan, que es aún más fuerte entre los nacidos en España, de los que el 60 por ciento dicen tener "pocos o ningún" amigo con padres que vienen del extranjero.

De los que llegaron de niños, argentinos, chilenos y venezolanos son los que dicen tener menos amigos con padres extranjeros, mientras que los bolivianos, ecuatorianos, dominicanos y chinos tienen una mayor tendencia a mantener amistades dentro del propio círculo étnico.

Los inmigrantes de segunda generación no se sienten en general discriminados por la sociedad española y sólo alrededor de un 10 por ciento han asegurado sentir discriminación por cualquier motivo.

Portes señala que los inmigrantes "van y vienen" pero sus hijos se quedan y son los "nuevos españoles", un hecho que se demuestra en que "la inmensa mayoría" de los encuestados en 2008 se quedaron y sólo un 2 por ciento dejaron el país.

Asimismo, el 80 por ciento de ellos continúa en el sistema escolar, más de un tercio intenta completar la secundaria básica, un 45 por ciento está completando el bachillerato o la formación profesional de nivel superior y un 5 por ciento ha logrado acceder a la universidad.

Los hijos de extranjeros comparten con los jóvenes españoles sus aspiraciones respecto a los estudios y el empleo. Así, un 68 por ciento de jóvenes de segunda generación -un 71 por ciento de los nativos- aspira a un título universitario, aunque sus expectativas de conseguirlo son menores: sólo un 57 por ciento espera realmente acceder a la universidad.

Esta similitud con los españoles no se extiende a la situación económica de las familias, pues el 66 por ciento de los hijos de inmigrantes provienen de familias cuyos ingresos no superan los 1.500 euros mensuales (1.900 dólares) y el 37 por ciento vive en hogares que disponen de menos de 1.000 euros al mes.

De los autóctonos, solo una cuarta parte debe subsistir con menos de 1.500 euros de ingresos mensuales.

Aparicio señala que pese a que estas cifras no indican una situación de pobreza extrema, sí ponen de manifiesto las "muy modestas" circunstancias que tiene que afrontar la mayoría de los jóvenes de segunda generación.

En cuanto al desempleo, los hijos de los inmigrantes tampoco distan mucho de los españoles: aproximadamente el 16 por ciento de los primeros se declaran desempleados y un 14 por ciento de los segundos.

Los autores insisten en que los jóvenes de segunda generación se están integrando "de forma positiva" porque la población española ha sido "sumamente acogedora", aunque advierten de que este proceso podría variar.

Ello debido a que las ayudas otorgadas a este colectivo "están disminuyendo" como consecuencia de la crisis y a que población nativa "sufre cada vez más los recortes".

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