El cura que desafió a los políticos y a la Policía

  • El padre Nathan Monk, sacerdote de la ciudad norteamericana de Pensacola, se ha convertido en un icono de la resistencia contra los abusos de los políticos al negarse a abandonar la tribuna de orador del ayuntamiento de la ciudad cuando el alcalde le envió a la policía para callarlo.
Quique Peinado

Pensacola, una ciudad de Florida de algo más de 50.000 habitantes, vive estos días revuelta por la oposición de algunos vecinos a una ley del ayuntamiento contra los sin techo de la ciudad.

Hace unos días, uno de los miembros del gobierno, Sam Hall, expulsó del pleno del ayuntamiento a varios vecinos cuando tomaron la palabra en el pleno para criticar la norma. En el siguiente pleno, apareció el padre Nathan Monk, un viejo conocido de sus vecinos por su activismo. El resto es historia.

Monk tomó la palabra: "Lo que ocurrió aquí fue vergonzoso, en muchos sentidos. Llevo cinco años hablando en este pleno y nunca me han echado", comenzó su discurso. Y desde ahí, fue desgranando las vergüenzas de lo ocurrido tan calmada como implacablemente. "Como ciudadanos americanos tenemos el derecho de criticarles sin tener miedo a que nos arresten. Fuera la gente les está comparando con Hitler o con George Wallace [famoso segregacionista estadounidense]. Deberían preguntarse por qué. Fue un abuso de poder asqueroso y burdo", dijo.

En ese momento, Sam Hall le comunica que su tiempo se ha acabado y que debe abandonar el estrado. "No, me quedan un minuto y 12 segundos", le responde el padre Monk mirando al cronómetro. "¡Está fuera de lugar!", insiste Hall.

Es cuando la policía entra en escena. Igual que había ocurrido en el anterior pleno con ciudadanos anónimos, instan al cura a que abandone el estrado. A pesar de la insistencia del agente, Monk se mantiene firme. "No lo voy a hacer. Tengo el derecho constitucional de estar aquí", reclama.

Ante la amenazante mirada de los policías, Monk espera, en un ejemplo claro de resistencia pasiva, a que se acabe el tiempo que tenía asignado para su intervención. Son unos segundos tensos en los que se mantiene firme. Cuando el reloj de su intervención llega a cero, se da la vuelta y se va. Así ocurrió.

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