"Estoy preocupado, pero desde aquí no puedo hacer nada"

  • Varios japoneses de los más de 60.000 que viven en España, cuentan cómo están viviendo la crisis que vive su país. Los 10.000 kilómetros que separan ambos países dan seguridad, pero también incertidumbre.
Nivel de radiación por el desastre de Fukushima
Nivel de radiación por el desastre de Fukushima
lainformacion.com
Santiago Zarraga

"Mi abuela vive en Fukushima", dice con voz apagada Naohiro Ban, que confirma que ella se encuentra bien, y que por el momento no han tenido que evacuarla. "Mi padre intentó ir a buscarla desde Yokohama [al sur de Tokio], pero la carretera para llegar allí no está en buenas condiciones", explica Ban, que lleva dos años viviendo en España.

Terremoto, tsunami y ahora alerta nuclear en la población de Fukushima. Japón ya cuenta a sus fallecidos por miles. Estar lejos del peligro da cierta seguridad, pero para los inmigrantes japoneses en España eso no importa. Sus familias y amigos están allí, pero ni si quiera ellos pueden mantenerles mejor informados.

"Estoy muy preocupado, pero desde aquí no puedo hacer nada", explica Ban que pese a todo no pierde su ánimo crítico. "Siendo un país que ha sufrido el efecto de una bomba atómica, no sé porque no hemos tomado más en serio los peligros de la energía nuclear".

Supervivientes en Sendái

Mucha suerte, es lo que tuvo la familia de Junko Fujita que vive en Sendái, la zona más afectada por el tsunami. "Sus casas no están en la orilla del río Natori [y eso les ha salvado]", dice con calma Fujita.

Aunque se han salvado del tsunami, la sombra nuclear se ha echado ahora sobre los japoneses. "Estoy preocupada, aunque tranquila por el trabajo de quiénes están poniendo su vidas en peligro por el bien de todos", dice Fujita.

Tokio, a la espera

Kumiko Fujimura, residente en Zaragoza, vive otra realidad: "Estoy preocupada por una amiga que vive en Tokio. Está embarazada y su situación es muy delicada". Pero los orígenes de Fujimura están en Osaka, una zona de la isla nipona que no ha sufrido los efectos devastadores del tsunami. "Están todos bien", dice la profesora de pintura japonesa, que lleva trece años en España.

Por su parte, aunque dice estar preocupada, Izumi Shibasaki cree "que hay una preocupación exagerada, ahora los japoneses solo pueden esperar". Shibasaki  lleva seis  años viviendo en Madrid, a más de 10.000 kilómetros de su familia en Saitama. "Inmediatamente [después del terremoto] llamé a mi madre, pero no conseguía hablar", explica.

Diferente es la postura de Keiko Matsuma, que con sus palabras demuestra una templanza solo esperable de una nacida en Japón. En un primer momento mantuvo la calma: "Allí están acostumbrados a los terremotos, y dónde vive mi familia no hay costa, así que no me preocupé por el tsunami". Matsuma explica que no llamó en el momento, sabía que las "líneas se iban a saturar".

Pero el día a día se hace difícil para la hermana y los padres de esta japonesa: "No pueden ir a trabajar, no hay trenes, la luz se corta en cualquier momento y en los supermercados queda poca comida".

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