La eutanasia, la muerte digna y el suicidio asistido presentan estas diferencias

Este martes, el pleno del Congreso aceptará tramitar la ley para la despenalización de la eutanasia del PSOE. El texto ya fue tomado en consideración en la Cámara baja en dos ocasiones anteriores. Su tramitación terminaría cayendo en ambos casos por la convocatoria de elecciones.  

La de la eutanasia es una Ley que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, lleva queriendo hacer realidad desde hace ya dos años. Ahora, con un arco parlamentario distinto al de anteriores ocasiones, el PSOE volverá a intentar sacar adelante una ley que tiene como objetivo facilitar el derecho a morir a las personas con enfermedad o discapacidad grave, que no tengan más opciones de tratamiento y que quieran, voluntariamente y con informes médicos, acabar con su vida.  

Es preciso matizar que la Ley que quiere sacar adelante el gobierno socialista no es lo mismo que la muere digna o el suicidio asistido. 

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La muerte digna, también conocida como ortotanasia, designan la actuación correcta ante la muerte por parte de quienes atienden al que sufre una enfermedad incurable o está en fase terminal. 

Se entiende como el derecho del paciente a morir dignamente. No se emplean medios extraordinarios para mantener la vida de la persona. Es diferente a la eutanasia ya que no permite adelantar deliberadamente la muerte del paciente. 

Consiste en la ayuda o asistencia a otra persona que sea terminar con su vida. En la mayoría de los países, la legislación lo contempla como delito punible. 

El paciente es quien termina deliberadamente con su vida, después de la asistencia médica en la que se le ha entregado el material necesario para su realización. La ayuda puede ser facilitada por profesionales médicas, enfermeras u otras personas. 

Se trata de la intervención voluntaria que acelera la muerte de un paciente terminal. La intención de la eutanasia es evitar el sufrimiento y dolor del individuo. 

El procedimiento, voluntario e intencionado, lo realiza un médico a solicitud, consciente y deliberada del enfermo o familiares, quienes están plenamente enterado de que no hay un tratamiento que cure la dolencia.