Exculpado asesino en serie acaricia la libertad tras 23 años en clínica sueca

  • El que fue considerado el peor asesino en serie de Suecia, Sture Bergwall, está a pocas semanas de salir en libertad, tras 23 años recluido en una clínica mental y después de haber sido absuelto de ocho crímenes de los que se había inculpado.

Anxo Lamela

Copenhague, 19 ene.- El que fue considerado el peor asesino en serie de Suecia, Sture Bergwall, está a pocas semanas de salir en libertad, tras 23 años recluido en una clínica mental y después de haber sido absuelto de ocho crímenes de los que se había inculpado.

Tras un escándalo judicial sin precedentes en la historia reciente sueca, la clínica psiquiátrica de Säter, al norte de Estocolmo y donde Bergwall lleva recluido desde 1991, pidió esta semana su cambio a régimen abierto.

Cuando el verano pasado se cerró el último caso por revisar, el Gobierno sueco creó una comisión para estudiar el papel del sistema judicial y de la medicina forense en la historia de este hombre, un enfermo mental que se autoinculpó de una treintena de crímenes mientras era sometido a terapia y bajo los efectos de las drogas.

Su confesión fue la única prueba usada para condenarlo entre 1994 y 2001 por ocho asesinatos.

Cuando años después, tras renegar de la terapia y superada su adicción, Bergwall se desdijo, comenzó un proceso que está a punto de culminar con su puesta en libertad.

Sus problemas con la justicia empezaron en 1970, cuando fue condenado a tratamiento psiquiátrico en Säter por abusar de cuatro jóvenes e intentar estrangular a uno en el hospital donde trabajaba.

Diagnosticado con alteración antisocial de la personalidad, Bergwall, drogadicto desde la adolescencia, salió libre en 1977, tres años después de querer apuñalar a un hombre durante un permiso.

Un frustrado intento de robo con secuestro le llevó de nuevo a la clínica psiquiátrica en 1991.

Dos años después, cuando faltaban pocos meses para su salida, confesó haber matado al niño Johan Asplund, que había desaparecido 13 años antes.

Fue la primera de una larga lista de confesiones de crímenes cometidos entre 1964 y 1993, que Bergwall relató mientras la psicóloga Birgitta Ståhle usaba terapia sugestiva y le suministraba grandes cantidades de fármacos.

Tanto Ståhle como el experto en memoria que colaboró con la Policía en el caso, Sven Åke Christianson, formaban parte del círculo de la psicoanalista Margit Norell, a quien consultaban todo lo referente al caso.

Guiado por su adicción, un afán de protagonismo e instigado por los psicólogos, Bergwall ha confesado años después que inventó el relato de su vida, con abusos sexuales de sus padres en la infancia y un hermano asesinado por ellos, detalles que ningún otro familiar reconoció.

Se atribuyó varias personalidades y adornó con aspectos macabros las informaciones sobre los crímenes que había sacado de la prensa.

Según los expertos que le trataban y cuyo testimonio fue fundamental para el caso, el que proporcionara datos erróneos al reconstruir los asesinatos se debía a que los recuerdos eran muy desagradables.

La historia dio un giro cuando en 2008, en un documental de la televisión pública, Bergwall reconoció que todo era una invención y que en la terapia no había estado limpio de drogas "ni un solo día".

Entre 2010 y 2013 fueron reabiertos todos los casos y Bergwall fue exculpado ante la debilidad de la acusación.

El magistrado del Tribunal Supremo Göran Lambertz, que en su época como fiscal superior en 2006 no encontró errores en el dossier Bergwall, fue trasladado hace un mes al Consejo de Leyes, un órgano consultivo.

Aunque estaba previsto, la prensa sueca afirma que su traslado fue acelerado por su enconada defensa pública del proceso.

Tras retractarse y mandarles una carta pidiendo perdón, Bergwall se reconcilió con sus hermanos, que lo han apoyado en persona en las vistas.

La última fue en octubre, cuando el tribunal administrativo de Falun, que revisa cada seis meses si debe seguir ingresado, encargó hacerle un nuevo estudio mental, el primero desde 1991.

El examen concluyó que Bergwall padece un transtorno psíquico y recomendó el cambio a régimen abierto.

"He estado encerrado tras los muros de Säter 23 años. Es mucho tiempo en la vida de una persona y ahora finalmente seré libre", decía estos días Bergwall, de 63 y que vislumbra el fin de su historia.

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