Familias de desaparecidos en Siria y guerra del Líbano no pierden esperanza

  • Nueve años después de instalar una tienda de campaña frente a la sede de la ONU en Beirut, los familiares de los libaneses desaparecidos en Siria y la guerra del Líbano (1975-1990) no pierden la esperanza de encontrar a sus seres queridos.

Beirut, 11 abr.- Nueve años después de instalar una tienda de campaña frente a la sede de la ONU en Beirut, los familiares de los libaneses desaparecidos en Siria y la guerra del Líbano (1975-1990) no pierden la esperanza de encontrar a sus seres queridos.

Muchos de ellos comenzaron su lucha hace décadas, con la que persiguen obtener la liberación de sus familiares supuestamente encarcelados o la recuperación de los cadáveres de los fallecidos.

En el caso de Siria son cerca de 600 las personas de las que no se conoce su paradero, según dijo a Efe el presidente de Solide, una ONG de apoyo a los desaparecidos y exiliados.

La liberación de once libaneses chiíes secuestrados en Siria y de trece monjas raptadas por un grupo rebelde el pasado mes de diciembre en la región de mayoría cristiana de Malula, al norte de Damasco, ha devuelto la esperanza a estas familias.

"Estamos esperando que Abas Ibrahim (jefe de la Seguridad Nacional) nos dé una cita para reunirnos con él para que logre la liberación de nuestros hijos como lo hizo con los libaneses y las religiosas de Malula", dijo a Efe Sonia Eid, una de las familiares, que añade que "el Estado debe confiarle el expediente a Ibrahim para que pueda actuar".

Desde 2005 Eid no tiene noticias de su hijo, un soldado desaparecido durante la operación militar siria contra el palacio presidencial que tuvo como objetivo el desalojo del general Michel Aoun, entonces jefe del gobierno castrense. Entonces, un exdetenido en Siria, Georges Atar, le informó de que había pasado un año y tres meses en la misma celda que él.

"Han pasado 24 años desde que no lo veo, pero en ningún momento he perdido la esperanza de volver a hacerlo", señala Eid, que añade que ha recibido ofertas de dinero que ha rechazado porque lo único que le interesa es "volver a ver" a su hijo.

Lo mismo siente Lina Zajaria por su hermano Eskandar, desaparecido en 1985, desde que un grupo de hombres armados se lo llevara de su casa.

Zajaria dijo a Efe que tampoco pierde la esperanza de volver a encontrarse con él, ya que hace seis años un comité libanés le aseguró que "estaba en una cárcel en Siria y que había un 90 por ciento de probabilidades de que saliera muy pronto".

El Ejército sirio ocupó el Líbano en 1976 -un año después de que comenzase la guerra civil- hasta 2005, y en ese periodo centenares de libaneses desaparecieron, presuntamente por sus posiciones antisirias.

El diputado Ghasan Mujeiber, miembro del grupo parlamentario de Aoun y del comité de derechos humanos en el Parlamento, reveló a Efe que mañana presentará junto a otros diputados un proyecto de ley para que se forme "una comisión nacional independiente, competente y eficaz".

"Desde 1975, la clase política ha fracasado en la gestión de esta memoria manchada de sangre. La cuestión de los desaparecidos es una ventana abierta y necesita una solución en la que tenemos que trabajar sin descanso", añadió Mujeiber.

Acusó además al embajador sirio en Beirut, Ali Abdel Karim Ali, de mentir después de que este declarara la semana pasada que no hay libaneses encarcelados en prisiones sirias y aseguró que "el problema es saber cómo demostrarlo y obligar a Siria a cooperar".

Mientras tanto, la carpa enfrente de la sede de Naciones Unidas sigue adornada con fotografías de los desaparecidos que, aunque envejecidas y amarillentas por el paso del tiempo, siguen recordando una dolorosa incertidumbre sobre ausencias demasiado largas.

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