Fotografías "post morten", imágenes de difuntos para recordar

  • Pilar Martín.

Pilar Martín.

Madrid, 31 oct.- Si la idea de tener en el álbum familiar una foto de un pariente en el lecho de muerte nos puede parecer morboso, en España la fotografía "post mortem" ha sido, durante años, una práctica habitual que se convertía, en ocasiones, en documento notarial con el que reclamar una herencia.

Así lo desvela, con abundante material gráfico, el libro "El retrato y la muerte", (Temporae). Una obra donde su autora, Virginia de la Cruz, ha realizado el primer estudio documental basado en la disertación de la fotografía "post mortem" en España.

Aunque no se trata de un libro de "mesita de noche", dice con ironía la autora, de la Cruz pone de manifiesto cómo a través de las fotos de nuestros muertos se llega a conocer también una parte de la historia española.

Y es que se trata de un género fotográfico que, con más frecuencia de lo que se puede pensar, se dio de forma generalizada.

Se trataba también de fotografías que evolucionaron con el tiempo, ya que la estética fue cambiando y son varios los estilos que se pueden analizar con el paso del tiempo: con los ojos abiertos o cerrados, dentro del ataúd o fuera, entre otros.

"Me entristece cuando digo que una fotografía de difuntos es de una belleza impresionante y no me entienden, hay quien me mira como diciendo: 'esta chica no está bien'. Yo la miro como si estuviera en esa época y admiro la belleza en vestir al difunto, el decorado que ponían pese a los pocos medios, admiro la función que tenía, una cosa que se ha perdido", ha contado a Efe la autora.

La crudeza de estas instantáneas es mayor, continúa, cuando se sabe que familias con pocos recursos llegaban a empeñar todo lo que tenían para pagar el funeral y un reportaje fotográfico del mismo.

"Muchas veces se trata también de la única instantánea que había de ese familiar, no solo de niños que fallecían a los pocos meses, sino también de adultos que nunca se hicieron una. En muchas ocasiones era también la única foto que había de la familia entera porque un funeral era cuando se conseguían juntar todos", ha aclarado de la Cruz.

Además de ser un documento sentimental, estas instantáneas adquirían un valor práctico, al convertirse también en "un documento notarial" para dar fe de los gastos que desencadenaba un funeral" o, en otros muchos casos, para reclamar "una herencia".

La práctica de la fotografía "post mortem" en España va desde finales del s.XIX hasta 1980, y es, sobre todo, en zonas rurales de Galicia donde de la Cruz ha encontrado un mayor testimonio gráfico, y donde ha podido conversar con algunos de los fotógrafos que se enfrentaron a estas situaciones a lo largo de su vida.

"En el fondo se veían entre la espada y la pared, y no les gustaba mucho hacerlo porque era una situación triste, pero era una petición de personas que muchas veces eran vecinos o amigos. Al final se convertía en un trabajo, y se pagaba más caro. Lo hacían por dar un servicio a la comunidad", explica.

En la actualidad sobre el 80% de este material hay un "velo de ocultismo", según la autora, que ve "factible" que "se vuelva a practicar este género, pero en un contexto controlado y normalizado, como puede ser un hospital".

Según ha tenido conocimiento la investigadora, en un hospital del País Vasco (cuyo nombre no desvela) se está aplicando una terapia que consiste en hacer una fotografía de difuntos para los padres que pierden a su bebé con el fin de asimilar la muerte del hijo.

Y no se trataría de un caso aislado sino que, como ha "detectado" la investigadora, este tipo de prácticas se siguen llevando a cabo en países que "no están tan desarrollados", y donde hay una parte "rural muy importante" que sigue anclada en las tradiciones.

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