Homenaje al primer soldado español fallecido en el desembarco de Normandía

  • Galicia rinde homenaje, por primera vez, al primer soldado español fallecido en el desembarco de Normandía, el coruñés Manuel Otero, un héroe sencillo y desconocido que sacrificó su vida a favor de la libertad en una de las operaciones más decisivas de la Segunda Guerra Mundial.

Patricia Pernas

O Freixo (A Coruña), 6 jun.- Galicia rinde homenaje, por primera vez, al primer soldado español fallecido en el desembarco de Normandía, el coruñés Manuel Otero, un héroe sencillo y desconocido que sacrificó su vida a favor de la libertad en una de las operaciones más decisivas de la Segunda Guerra Mundial.

El desembarco de Normandía, del que hoy se cumplen 70 años, está considerado como el principio del fin de la II Guerra Mundial en suelo europeo, y Manuel Otero falleció en el primero de los desembarcos aliados que se produjeron en la costa francesa.

Su historia permaneció en la penumbra hasta que hace apenas ocho meses una de sus sobrinas, Gema Martínez, decidió "poner en orden" la casa familiar para rehabilitar algunas zonas.

Contactó con el Museo Militar de A Coruña para consultar si querían el baúl de zinc, transformado en caja mortuoria, en el que vino conservado el cuerpo de su tío desde el cementerio norteamericano hasta tierras coruñesas, cuatro años después de su fallecimiento.

Fue entonces cuando empezó una investigación sobre su vida, y su etapa en el país vecino, a través del número identificativo de la placa del baúl, que obtuvo una conclusión única y que marca el devenir de los acontecimientos históricos: Manuel Otero era el primer gallego, y también español, fallecido en el desembarco de Normandía.

Manuel Otero, nacido en Outes en 1916, era marinero de profesión hasta que con tan solo 20 años las circunstancias empezaron a encauzar su destino. Luchó en la Guerra Civil en el bando republicano y resultó herido de gravedad en un pulmón y en un brazo durante la batalla de Brunete.

Después de siete meses de recuperación y tras la desmovilización volvió a su casa natal, pero los vencedores del conflicto, implacables en la persecución de los republicanos durante los años siguientes a la finalización de la guerra, abrieron contra él un proceso de batida, por lo que decidió emprender una nueva aventura que, sin saberlo, marcaría el devenir de su vida.

Embarcó en un buque rumbo al otro lado del Atlántico, a Estados Unidos, donde llegó en el año 1941 y dos años después, se alistó como voluntario en el Ejército Americano, siendo asignado al XVI Regimiento de la I División de Infantería, la famosa 'Big Red One', destinada a desembarcar en la playa de Omaha en el conocido sector Doc Green.

Manuel Otero fue uno de los primeros en subir a bordo alrededor de las seis de la madrugada en una barcaza y en unas características ideales, pero buscadas y premeditadas: el ascenso de la marea y en época de luna llena.

El desenlace, lo nunca deseado. La unidad del soldado gallego fue mermada en un 70 por ciento en la arena del litoral francés y el propio Otero fue uno de los primeros en caer.

Buena prueba de esta historia son los documentos, fotografías y objetos personales que sus familiares han conservado a lo largo de este tiempo, y que ilustran toda una vida, hasta el momento, en la sombra.

Amigos, familiares y vecinos se han unido hoy a los Amigos del Museo Militar de A Coruña y la Asociación Histórico Cultural Royal Green Jackets, así como a la agrupación cultural Terra de Outes, para rendir un sentido homenaje a este coruñés que destacó por su singularidad.

Una vecina de la localidad, y amiga de la familia recuerda que cuando tenía apenas 9 años presenció el entierro de Manuel, cuyo cuerpo venía depositado en una caja cubierta por una bandera americana.

Cuenta que fue enterrado "con todos los honores" y que le concedieron la Medalla con la Cruz Púrpura, que conserva Rosa, su única hermana viva, que reside en Italia y que no pudo asistir al homenaje porque a sus 83 años se encontraba trabajando.

La "joya de la corona" de la familia Otero fue la que destapó, por casualidad, la historia de un personaje olvidado que dio su vida por la búsqueda de una libertad perpetua en Europa y cuyo recuerdo quedará inmortalizado en el Hotel Normandía, fruto de la remodelación de la casa en la que él nació y que se habilitará como establecimiento hostelero.

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