"¿Quién es mi prójimo? ¿A quién debo amar como a mí mismo? ¿A mis parientes? ¿A mis amigos? ¿A mis compatriotas? ¿A los de mi misma religión?", ha preguntado a los fieles reunidos en la plaza de San Pedro.
Así ha afirmado - a través de la parábola del "buen samaritano"- que los cristianos no deben "catalogar a los demás para decidir quién es mi prójimo". "Puesto que depende de nosotros ser o no ser prójimo de la persona que encontramos y que tiene necesidad de ayuda, independientemente de quien sea", ha añadido.
Francisco ha pedido en este sentido a los cristianos que estén "cerca del que sufre, del pobre, del que pasa dificultad y no ser indiferente" ante el sufrimiento de los demás. "La actitud del buen samaritano es necesaria para dar prueba de nuestra fe, que si no está acompañada por obras, resulta muerta", ha reseñado. Por ellos ha invitado a preguntarse: "¿Me hago prójimo o simplemente paso de lado?".
"Es bueno hacerse estas preguntas porque al final, seremos juzgados por las obras de misericordia", ha dicho el Papa finalmente.
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