El laboratorio abrió sus puertas en 1981 para investigar y desarrollar vacunas contra estos virus que generan enfermedades sumamente infecciosas pero la oposición de la población local había impedido hasta ahora que este establecimiento público de la prefectura de Tokio trabajara con los virus sumamente patógenos.
Ante las reticencias de la población, el laboratorio trabajaba sólo con gérmenes de menor peligrosidad, como el coronavirus Mers (Síndrome Respiratorio de Oriente Medio) o las bacterias responsable de la tuberculosis.
Japón se dota así de su primer laboratorio P4 (alta seguridad biológica) alineándose con los otros países del G7.
Por el momento hay unas cuarenta estructuras de este tipo en el mundo, sobre todo en Estados Unidos y Europa.
Los científicos se han felicitado de esta decisión. "Japón llena así su retraso con respecto al resto de las naciones desarrolladas", dijo Jiro Yasuda, profesor de la universidad de Nagasaki.
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