La noche más larga del parque Gezi de Estambul

  • Durante toda la noche, policía y manifestantes han seguido enfrentándose alrededor del parque Gezi, vecino a la emblemática plaza de Taksim en el centro de Estambul, que fue ayer desalojado por unidades antidisturbios.

Ilya U. Topper

Estambul, 12 jun.- Durante toda la noche, policía y manifestantes han seguido enfrentándose alrededor del parque Gezi, vecino a la emblemática plaza de Taksim en el centro de Estambul, que fue ayer desalojado por unidades antidisturbios.

Miles de jóvenes y menos jóvenes vivieron una larga noche de espera en los cientos de tiendas de campaña y tenderetes que desde hace doce días han convertido el parque en una pequeña ciudad autogestionada, aunque ahora sumida en nubes de gas lacrimógeno e inundada en parte por los cañones de agua de la policía.

Pese a que el propio gobernador, Hüseyin Avni Mutlu, había anunciado que la policía iba únicamente "limpiar la plaza de Taksim de pancartas" y en ningún caso iba a tocar el parque, el recinto sufrió durante horas una auténtica lluvia de botes de humo.

La policía había irrumpido en Taksim al amanecer del martes, y tras más de doce horas de choques con pequeños grupos de activistas, que respondieron con cócteles molotov y adoquines a los chorros de agua a presión y las salvas de gas lacrimógeno, los agentes ocuparon al anochecer la plaza.

Pero la llegada de las excavadoras a este espacio, símbolo de las protestas antigubernamentales que en las últimas dos semanas se han extendido a toda Turquía, y la retirada de barricadas, tenderetes, pancartas y puestos informativos, no puso fin a los enfrentamientos.

Tras un primer intento a media tarde, los agentes tomaron al anochecer una explanada del parque y destruyeron decenas de tiendas y puestos, antes de retirarse.

Acto seguido, los jóvenes acampados levantaron barricadas en el acceso principal, pero sufrieron un acoso cada vez más denso de salvas de gas lacrimógeno.

Cubos de agua estratégicamente repartidos servían para "ahogar" los botes antes de que pudieran soltar toda su carga de gas pimienta, pero la llegada de afectados al ambulatorio, improvisado en una esquina del parque, fue continua.

"Hoy hemos tratado a 396 heridos, no sólo por inhalación de gas, sino también un gran número de casos por impacto de los botes", indicó a Efe un médico voluntario.

Alrededor del ambulatorio, unos carteles pedían no fotografiar al personal médico. "Somos casi todos trabajadores de hospitales públicos, y lo que hacemos aquí es ilegal", explicó una enfermera.

"Tenga cuidado, que pronto van a gasearnos aquí también, y si le detienen diga de inmediato que es extranjero, le respetarán", aconsejó, mientras repartía mascarillas médicas impregnadas en alcanfor, botellines con una mezcla de leche y antiácido estomacal para aliviar los síntomas del gas y pastillas de vitaminas.

Pasada la 01.00 GMT, efectivamente el recinto se llenó de gas, mientras algunos jóvenes gritaban a los agentes de un blindado cercano que no atacasen al puesto médico... y a algunos compañeros que no tirasen piedras a la policía.

Los debates entre quienes abogaban por defender el parque con adoquines - muy escasos individuos - y quienes optaban por una resistencia únicamente pacífica, fueron en aumento conforme caían más botes de humo y chorros de agua.

Se vivieron escenas tensas y no faltó quien tildó de "provocadores" e "infiltrados" a quienes lanzaban objetos contra los blindados incluso ante el coro de una muchedumbre que exigía "nada de piedras".

En un vecino espacio de obras, abandonado al inicio de las revueltas, un grupo de varios centenares de jóvenes más aguerridos se enfrentaba mientras tanto a la policía.

Construyeron barricadas entre la maquinaria incendiada y lanzaron numerosas bengalas y petardos, respondidos con botes de gas.

"Pronto entrarán aquí y nos echarán a todos", opinó un hombre de mediana edad, mientras algunos de sus compañeros intentaban dormitar en el centro de la plaza, donde el gas era menos intenso.

Preguntado por las garantías del gobernador de que el parque no se iba a desalojar, señaló que el gobierno había dicho tantas mentiras que ya nadie iba a fiarse.

"No se puede confiar en los fascistas", maldijo otro activista, huyendo de los chorros de agua que tumbaban algunas tiendas.

Pero hasta la madrugada, que llegó sin que la policía hubiera intentado un desalojo masivo del parque, continuaban los cánticos en coro: "Taksim está en todas partes, en todas partes resistencia", y "Gobierno, dimisión".

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