La tribu akha de Tailandia ve peligrar su cultura por un conflicto sectario

  • Canela Chiang Rai (Tailandia), 13 sep.- Un gran columpio con el que la tribu akha celebra la llegada a Tailandia de las lluvias, se ha convertido en símbolo de la defensa de su cultura contra el rechazo de los miembros que han abandonado el animismo.

Gaspar Ruiz-Canela

Chiang Rai (Tailandia), 13 sep.- Un gran columpio con el que la tribu akha celebra la llegada a Tailandia de las lluvias, se ha convertido en símbolo de la defensa de su cultura contra el rechazo de los miembros que han abandonado el animismo.

Muchos akha convertidos al cristianismo o al budismo se niegan a participar en los rituales y festivales de origen animista de esta tribu, una de las muchas que habitan en las cordilleras que solapan las fronteras de los países de Indochina, Tailandia y Birmania (Myanmar).

Una de los acontecimientos anuales más importantes para los akha es la llamada ceremonia del columpio, celebrada entre agosto y septiembre, en época de los monzones, con el fin de pedir una buena cosecha de arroz y rendir tributo a los antepasados y a los espíritus.

"Muchas veces, los akha cristianos y budistas no quieren participar e incluso hay conflictos en las aldeas", explica a Efe Athu Pochear, coordinador de la Asociación para la Educación y la Cultura Akha en Tailandia.

"Los jóvenes también están influidos por la cultura occidental y cada vez participan menos", se lamenta Athu, quien ha trabajado más de dos décadas en la defensa de los derechos de su pueblo.

Athu explica que su objetivo es invitar a las organizaciones cristianas que están en contacto con los akha a participar en las tradiciones, aunque se aparten de los rituales animistas.

"Yo no digo que los budistas o los cristianos sean malos. Quiero que hablemos y nos ayuden a preservar nuestra cultura", dice este activista.

En toda la provincia de Chiang Rai, en el norte de Tailandia, el citado festival sólo se celebra en 46 de las más de 243 aldeas que han creado y que están diseminadas por las montañas.

En un intento de promover la cultura akha, su asociación celebra también la ceremonia del columpio en su centro en la capital de la provincia, donde el pasado fin de semana se congregaron más de un centenar de personas de la tribu.

"No es como en las aldeas, pero es una forma de llevar nuestra cultura a la ciudad para que puedan participar aquellas personas que no han podido volver a sus aldeas. También hay quienes bajan desde la montaña para participar", relata el coordinador Athu.

La ceremonia comienza con las ofrendas a los antepasados de la familia en los hogares en un ritual privado y, el segundo día, se construye el columpio con troncos de arboles de unos diez metros de largo que deben estar orientados hacia los cuatro puntos cardinales.

Los jóvenes demuestran sus habilidades y fortaleza durante el proceso de construcción de la estructura y al balancearse en la cuerda, para lo que hay que tener una buena dosis de equilibrio y estar en forma física.

Las mujeres se montan en una noria de madera vestidas con sus mejores galas, dando lugar a otra parte importante del festival, el cortejo, que también se insinúa en los bailes con música tradicional.

"La fiesta también está dedicada a las mujeres y a beber licor de arroz. La lluvia es una señal de buena suerte", explica Gongqsar, que significa "lanza próspera" en lengua akha.

Gongqsar, músico de oficio y un estudioso de la cultura de su pueblo, admite que muchos cristianos y budistas akha, principalmente cristianos protestantes, rechazan las tradiciones de su tribu por considerarlas contrarias a su fe.

"No son capaces de separar la tradición y la cultura de lo espiritual. Estas tradiciones como la del columpio se han celebrado durante muchas generaciones. Los protestantes que no participan deberían participar, tomando sólo la parte cultural y no la animista", añade Gongqsar.

Los problemas de los akha no terminan en la difícil convivencia entre animistas y conversos, sino que además un gran número de ellos son apátridas dado que Tailandia no les reconoce la ciudadanía, y aparte gran número de mujeres de la tribu se convierten en víctimas de las redes de la prostitución y ellos son captados por las bandas del narcotráfico.

"Sin carné de identidad no podemos ir al hospital o tenemos que pagar mucho más que el resto de los tailandeses. Yo estudié primero con un grupo baptista y luego trabajé para costearme la universidad. Mi vida no ha sido fácil", explica Wing.

"Los baptistas me trataron bien, me ofrecieron educación, pero no volví a mi casa en siete años. Me gusta cómo trabajan, excepto que su objetivo no es sólo ayudar sino convertir", confiesa este activista de 24 años.

No obstante, también hay cristianos akha que no se oponen a sus tradiciones. EFE

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