Los clásicos no son para la infancia según los escritores de libros juveniles

  • Los escritores Jordi Sierra i Fabra, Joan Manuel Gisbert y María Isabel Molina, que han introducido en el mundo de los libros a varias generaciones de españoles con sus historias infantiles y juveniles, creen que los clásicos que ellos estaban obligados a leer en la escuela no son para los niños.

Santander, 18 jun.- Los escritores Jordi Sierra i Fabra, Joan Manuel Gisbert y María Isabel Molina, que han introducido en el mundo de los libros a varias generaciones de españoles con sus historias infantiles y juveniles, creen que los clásicos que ellos estaban obligados a leer en la escuela no son para los niños.

"Los clásicos son un plato muy elaborado. Hace falta paladar y un estómago apropiado para digerirlos", ha opinado hoy en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) Molina, quien aún recuerda que a los diez años "El Quijote" era el libro del que salían sus dictados escolares y que, a pesar de ser una gran lectora, no pudo volver a sus páginas hasta la adolescencia.

Sierra i Fabra lo leyó hasta en cuatro cursos seguidos pero las clases terminaban antes de que pudiera llegar al final del libro, una cuenta que saldó años después, cuando tenía 20 años. "Hay que leer las cosas cuando toca", ha defendido.

Para Gisbert "una inducción muy fuerte y machacona" hacia los clásicos puede desanimar a los lectores. El autor de "El embrujo de Elba" dice sentirse un escritor de "transito" hacia la literatura adulta o hacia esos clásicos.

Los tres pertenecen a una generación de escritores "sesentones", como les ha descrito Sierra i Fabra, y la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y la Fundación Santillana ha contado este año con ellos para protagonizar una nueva edición del encuentro literario anual "Lecciones y maestros", una invitación que, a su juicio, es también un homenaje a esa generación.

"Escribes para contar una historia, para transmitir una emoción, para que una idea se haga libro. Y luego cuando te dicen: tu libro me enseñó a leer o determinó la elección de mi carrera... Es como tirar una piedra en un estanque y las ondas llegan donde llegan. Los libros dejan una huella tan grande que es una gran responsabilidad", ha explicado Molina en un encuentro con periodistas.

Con más de 400 títulos, Sierra i Fabra se declara "un superviviente" y extiende la definición al resto de sus compañeros, que siguen "escribiendo y comiendo cada día" en estos tiempos de sagas literarias.

"Por suerte hay mucha vida fuera de los grandes tópicos del hiperconsumismo del momento", ha sentenciado Gisbert, quien cree que siempre que hay un fenómeno literario le siguen "otros 179 imitadores" pero asegura que la "justicia es implacable" y al final la mayoría "acaba pereciendo en las mesas de saldo".

Primero vinieron las brujas y los magos, después los vampiros y ahora las largas sagas fantásticas porque siempre que un libro consigue enganchar vendrán otros detrás, ha insistido Molina.

Sierra i Fabra aún está sorprendido de que en una reseña en internet de uno de sus libros se destaque que es "autoconclusivo", un término que significa que la historia acaba en la última página y no habrá continuaciones en más volúmenes.

Este escritor barcelonés se define como un autor de "longsellers" capaz de vender medio millón de ejemplares de un mismo título en veinte años y bromea con que él y sus dos compañeros son tan odiados ahora en la escuela como en sus tiempos los fueron los clásicos.

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