Los japoneses afrontan con entereza su peor crisis en décadas

  • Tokio.- Los japoneses afrontan los problemas de abastecimiento y suministro eléctrico con entereza y civismo, propias de un pueblo con fuerte sentido de la comunidad y educado para afrontar emergencias.

Elevan a 1.897 los muertos y a 3.002 los desaparecidos por el seísmo en Japón
Elevan a 1.897 los muertos y a 3.002 los desaparecidos por el seísmo en Japón

Tokio.- Los japoneses afrontan los problemas de abastecimiento y suministro eléctrico con entereza y civismo, propias de un pueblo con fuerte sentido de la comunidad y educado para afrontar emergencias.

La tercera economía mundial tiene por delante días, semanas y quizá hasta meses complicados, partiendo de un presente de fábricas paralizadas, apagones de luz y escasez de alimentos y bebidas en la franja de su territorio más castigada por el seísmo del viernes.

La empresa TEPCO, operadora de una planta nuclear en Fukushima que tiene en alerta al mundo, comenzó hoy a cortar la luz entre tres y seis horas en una amplia zona que incluye Tokio y las provincias cercanas, y prevé mantener hasta finales de abril unos apagones que pueden afectar hasta a 45 millones de personas.

De momento el corazón de Tokio no se ha visto incluido en los cortes eléctricos pero, al haber pasado en áreas inmediatamente contiguas, muchos trenes de cercanías dirigidos a la capital no han funcionado o bien se han retrasado durante horas.

Para millones de trabajadores fue una pesadilla llegar este lunes a sus oficinas en la mayor metrópolis del planeta, que hoy ofrecía en sus calles más céntricas un inusual paisaje de ciclistas y peatones trajeados.

Algunos hasta tuvieron que hacer doble ejercicio pues muchos edificios, incluidos rascacielos, paralizaron sus ascensores ante las posibles réplicas del seísmo y para ahorrar energía, como ha pedido el Gobierno ante la situación de emergencia que vive Japón.

"Fui a trabajar en bicicleta porque no había tren y tuve que pedalear durante hora y media", explicó a Efe Yuya Ishizuka, un joven de 29 años que vive a más de diez kilómetros del hospital donde trabaja.

"Pero la verdad es que eso no importa, lo que es duro es lo que está sucediendo en Japón", agregó.

El seísmo del viernes fue con sus 9 grados de magnitud en la escala Richter uno de los más graves de la historia y el peor de Japón, cuyo Gobierno califica la crisis actual como la más seria desde el final de la II Guerra Mundial.

Pero la reacción de los japoneses ha asombrado al mundo con su mezcla de calma, entereza y resignación.

En las zonas más devastadas por el seísmo hasta ahora no se ha hablado de un solo saqueo. Hay orden en las largas filas frente a tiendas y gasolineras, y la contención es la norma entre los damnificados de áreas donde han desaparecido miles de personas.

Akiko Kato es una administrativa originaria de Kesennuma, una de las localidades más destruidas de la provincia de Miyagi (noreste de Japón). Explica a Efe que no ha podido convencer a sus padres para que se trasladen a Tokio y abandonen la zona.

"Mis padres se han quedado en la zona por responsabilidad, porque quieren saber del resto de mis parientes, que viven en la costa", apuntó.

Un país con un alto riesgo de temblores como Japón, asentado en pleno Anillo de Fuego del Pacífico, ha educado desde la infancia a sus habitantes para afrontar constantes temblores y saber exactamente qué hacer en situaciones como la del viernes pasado.

La normativa antiterremoto en Japón explica con claridad los pasos a dar: primero ver si estás en riesgo o lo está tu familia y, minutos después, comprobar cómo se encuentran tus vecinos.

Además de una gran educación ciudadana, el pueblo japonés tiene un fuerte sentido de pertenencia a una comunidad y, ante un desastre de estas proporciones, la reacción es buscar la unión.

Así, las declaraciones de las autoridades políticas, sociales y económicas han coincidido en destacar que Japón será capaz de superar esta catástrofe mediante la unión de sus habitantes.

"No será fácil, pero superaremos esta crisis, como hemos hecho en el pasado", aseguró ayer Naoto Kan, primer ministro de Japón, un país que se rindió en la guerra tras recibir el impacto de dos bombas atómicas en 1945.

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